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Biografía: Steve Jobs, una máquina de imaginar

El fundador de Apple era un adelantado a su tiempo, un genio capaz de imaginar cosas imposibles y convertirlas en productos de consumo masivo.

Steve Jobs, el 27 de enero de 2010 tras la presentación del nuevo iPhone, en San Francisco. EFE
Steve Jobs, el 27 de enero de 2010 tras la presentación del nuevo iPhone, en San Francisco. EFE
Steve Jobs, el 27 de enero de 2010 tras la presentación del nuevo iPhone, en San Francisco. EFE

Redacción

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Si algo caracterizó durante toda su vida al fallecido Steve Jobs (San Francisco, 1955 - Los Ángeles, 2011) fue el ser capaz de imaginar lo que nadie sabia cómo fabricar y después fabricarlo y hacerlo humano.

Jobs soñó allá por 1974 con hacer una máquina amiga; una máquina para cuyo manejo no fuesen necesarios conocimientos de informática, ni haber oído nunca hablar de lenguajes de programación.

Su unión con Steve Wozniak, la otra mitad de la primitiva Apple, redondeó el proyecto. Jobs imaginaba cosas imposibles y Wozniak conseguía hacer que funcionasen.

En 1976 en un garaje -¿qué hubiera sido de la innovación estadounidense si no hubiesen existido los garajes?- nació Apple I, que no era más que un teclado con un procesador conectados a un monitor.

Y soñó que ese aparato no necesitase libro de instrucciones y, poco a poco, en cada nuevo paso, fue simplificando el funcionamiento, haciéndolo más próximo al usuario, más humano. Parecía esconder la tecnología, a base de crear nueva tecnología.

Era de esas personas que cree todo lo que se imagina puede hacerse, lo difícil es imaginarlo.

Cuando los Steves consiguieron convertir en sueño en un negocio, comenzaron los problemas. En 1983 Apple Computer facturaba 2.000 millones de dólares y los tiburones financieros vieron que la locura de aquellos dos muchachos era un negocio.

La salida del Macintosh aumentó el negocio y multiplicó las ventas. Un nuevo artilugio era la base del invento, el ratón, instrumento que ya habían probado en el 81 en el Apple Lisa, pero que ahora se convertía en una herramienta mágica, capaz de traducir las ordenes del usuario a partir de un movimiento con el dedo.

Pero los sueños se ahogaban en el negocio y Jobs salió de la compañía para soñar en nuevas aventuras. Le compró a George Lucas la división de animación y sobre ella creó los estudios Pixar, que revolucionarían las películas de "dibujos".

El mundo del arte le reconoció el mérito y el 1989 el cortometraje de Pixar Tin Toy se llevó el Oscar al mejor corto de animación y en 1996 llegó el segundo con Toy Story.

Pero su "hijo" era Apple y a finales de 1996 volvió a la empresa y a partir de ahí, la explosión.

Se convirtió en el presidente peor pagado del mundo. Su sueldo era de un dólar y su oficio, nuevamente, imaginar. De su cabeza salió el iMac donde además de tecnología y sencillez nació otra de las que habían ser la seña de identidad de la compañía: el diseño, lo bonito.

Apple empezó a hacer las cosas bonitas, deseables y comenzó la leyenda. Nacieron los "maqueros" caracterizados por pertenecer a una secta que estaba reñida con los "peceros" y con todo lo que sonase a "ventanas".

Pero la leyenda no había hecho mas que empezar. En el 2001 aparece una pequeña cajita blanca con una rueda como todo accesorio y que solamente servía para escuchar música. La llamaron iPod y no se parecía a nada de lo existente. No tenia botones. No se sabia cómo podía funcionar aquello. Solo los miembros de la secta podían hacer la magia de que sonase.

Pero la magia solo requería un dedo y una vez revelado el secreto todos accedían a ella. A la música le siguió la imagen y el iPod se convirtió en un signo: llevar unos auriculares blancos era la señal que distinguía a los seguidores.

Pero la "secta" se hizo masiva. En menos de nueve años mas de 220 millones de aparatos blancos estaban en el mercado. Al blanco se unió el negro; la caja original varió de tamaño; las pantallas se llenaron de color y era hora de pensar en el siguiente escalón. A todo ello se le unió un teléfono: nació el Iphone, el teléfono más sorprendente en su momento y más deseado.

Una característica fundamental descolocó a los competidores: se manejaba con un dedo y la pantalla cobró vida, se hizo táctil.

Y su último sueño fue convertir el teléfono en un ordenador sin teclado, sin ratón, que no pesa y que está en conexión permanente a Internet en cualquier lugar. Había nacido el iPad.

En tres meses vendió mas de tres millones de aparatos y nuevamente todos los competidores a correr detrás.

Pero el páncreas venció a la imaginación y desde enero del 2009 su salud se quebró. Volvió al trabajo, pero dos años después tuvo que volver a despedirse.

El 05 de octubre de 2011 se ha despedido del todo, pero su visión permanecerá para siempre en Apple... y en todos sus competidores.

Ya lo dijo en su popular discurso en la Universidad de Stanford el 12 de junio de 2005: "Tienen que encontrar eso que aman".

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