Sociedad -

Prevención del suicidio

Cuando hablar salva vidas

Este sábado, 10 de septiembre, es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. En ese sentido, los expertos coinciden en que hablar sobre el suicidio, en contra de lo que se piensa tradicionalmente, ayuda a aliviar tensiones y reduce el riesgo de que una persona se lesione o se mate.

Hablar sobre ello reduce el riesgo de suicidio. Foto: Drazen Zigic en Freepik
Hablar sobre ello reduce el riesgo de suicidio. Foto: Drazen Zigic en Freepik
Hablar sobre ello reduce el riesgo de suicidio. Foto: Drazen Zigic en Freepik

Iker Rincon Moreno | EITB MEDIA

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Euskaraz irakurri: Hitz egiteak bizitzak salbatzen dituenean

El suicidio sigue siendo a día de hoy la principal causa de muerte no natural en todo el mundo. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año cerca de 700 000 personas se quitan la vida; es decir, una de cada 100 muertes es por suicidio, "por lo que cada año pierden la vida más personas por ese hecho que por VIH, paludismo, cáncer de mama o incluso por guerras y homicidios", asegura la organización.

En el Estado español, un total de 3941 personas se suicidaron en 2020, según las últimas cifras anuales del Instituto Nacional de Estadística (INE), de las cuales 181 fueron en Euskadi y 44 en Navarra. O lo que es lo mismo: cada día 11 personas murieron ese año por suicidio en el Estado español; cuatro a la semana en Hego Euskal Herria.

¿Qué motiva a una persona a quitarse la vida?

Varios estudios han relacionado el suicidio con la presencia de alguna enfermedad mental, aunque ese no es el único motivo. La psiquiatra de IMQ, Julia Rosa Bilbao, explica que hay casos en que se da en personas que sufren situaciones de crisis que se sienten incapaces de afrontar, "tales como problemas de salud, problemas económicos, de relación interpersonal, bulling, abusos sexuales, estados psicológicos, aislamiento, desesperanza, pérdidas y un largo etcétera".

El suicidio es muy complejo, y no obedece a un único factor. Sin embargo, aunque no haya un patrón que responda a esa problemática, "eso no significa que no sepamos qué hacer para prevenir las muertes por estas causas", explica Andoni Ansean, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.

Síntomas o señales de alerta

Cada persona es única, por lo que cada una siente de manera diferente. Por ello, las señales de alerta son diferentes en cada caso, "pero guardan en común que se producen cambios en las expresiones, en las actitudes, en los comportamientos, en los hábitos o en las emociones", subrayan los expertos. Todos esos cambios hacen sospechar que "algo está pasando", por lo que es importante estar alerta de esos cambios y preguntar por ellos.

En esa línea, la cofundadora de la asociación navarra de personas afectadas por suicidio Besarkada-Abrazo, Elena Aisa, aboga por estar al lado de la persona que está pensando en quitarse la vida. Asegura que, en muchos casos, puede ser difícil entender el sufrimiento que padece esa persona, "porque no hace falta tener un trauma para querer suicidarte, ya que el sufrimiento es 100 % subjetivo, y el suicidio es eso: morir por el sufrimiento".

"El sufrimiento es subjetivo, y el suicidio es eso: morir por el sufrimiento"

Desde la asociación navarra denuncian que "la sociedad niega el sufrimiento, piensa que es una debilidad del ser humano. Y no entendemos que el sufrimiento es parte inherente a la condición de ser humano". En ese sentido, Aisa recuerda que hay estudios que han detectado que el 50 % de la población general ha tenido ideación de suicidio en algún momento de su vida, entre moderada y grave de intensidad. "Es un nivel brutal, y está silenciado".

Por ello, Aisa recomienda que, una vez detectada la alerta o que esa persona haya manifestado sus intenciones, hay que aceptarlo para estar a su lado como apoyo y, juntos, buscar recursos de ayuda profesional. "El suicidio necesita que la sociedad se implique. No es un tema solo para profesionales, sino que necesitamos unas redes sociales que nos apoyen tal y como estamos".

Problema de salud pública

Los suicidios no son casos aislados e individuales, sino un problema social y de salud pública. "Además de las muertes por suicidio, estos hechos afectan a otras 25 000 personas al año. A ello hay que añadir los intentos, unos 80 000 al año en el Estado, y a la ideación suicida que, aunque no sabemos su alcance, podríamos calcular en torno a 3 millones de personas", asegura Ansean. Por ello, este experto cree que, aparte de la pandemia, "este impacto epidemiológico, y el sufrimiento colectivo e individual que genera, posiblemente sea la mayor urgencia sanitaria y social que tengamos que afrontar en el futuro inmediato".

"Los suicidios posiblemente sean la mayor urgencia sanitaria y social que tengamos que afrontar en el futuro inmediato"

Ante ese panorama, la asociación Besarkada-Abrazo denuncia que es una "irresponsabilidad política" que ningún gobierno haya decidido realizar un plan estatal de prevención del suicidio, "porque este tipo de planes salvan vidas". En Euskadi y en Navarra hay estrategias en marcha para mejorar la salud mental y prevenir el suicidio, aunque Aisa cree que esa prevención debe ser integral, "abarcando todos los sectores, no solo en salud mental, y dirigido a toda la población".

Educar para prevenir

En ese sentido, el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio explica que hay tres tipos de prevención: el nivel de prevención universal, dirigido a la población general; el nivel selectivo, destinado a colectivos de riesgo; y otro indicado para las personas que ya presentan ideación o intentos de suicidio.

Entre los primeros tipos se encuentran las campañas de concienciación social, la información a través de los medios de comunicación, la limitación de acceso a medios letales o la elaboración de planes de prevención, entre otros. En esta línea, los expertos recuerdan que, aunque la gente crea que hablar sobre las ideas de suicidio incita a que lo realice, eso no es cierto. "Los medios de comunicación, por ejemplo, son agentes de prevención de primer orden. Pueden sensibilizar a población e instituciones sobre la importancia de la conducta suicida y de su prevención, informando, entre otros, sobre recursos de ayuda y mostrando testimonios de superación", explica Ansean.

"Los planes de prevención funcionan. Cuando se han implantado este tipo de planes las cifras de muerte bajan. El impulso de toda persona es vivir; la necesidad es vivir"

Entre las segundas están las medidas preventivas tanto en centros educativos como en centros sociales de personas mayores, penitenciarios u otras poblaciones de riesgo. "Debemos enseñar el mapa de nuestras emociones y la manera de gestionarlas. La educación emocional debería ser obligatoria en las escuelas, algo que estamos muy lejos de ver. Con ella, conoceríamos mucho mejor como pensamos y sentimos y cómo podemos afrontar los problemas internos y sociales de manera sana y adaptativa".

Por último, el tercer nivel contempla la atención sanitaria a todos los niveles asistenciales (atención primaria, de emergencias, urgencias o salud mental) y recursos de atención específicos como la línea 024 de atención a la conducta suicida. "Hablar puede aliviar la tensión y reducir el riesgo de que se lesione o se mate; y puede ser la única posibilidad que la persona tenga para analizar estos propósitos autodestructivos y buscar otra salida", asegura la psiquiatra de IMQ.

"Los planes de prevención funcionan", asegura categóricamente Aisa, desde la asociación Besarkada-Abrazo: "En todos los países que se han implantado este tipo de planes las cifras de muerte bajan. La gente quiere vivir. Mi hijo quería vivir, agotó todos sus recursos para ello y decidió quitarse la vida porque no podía seguir así. El impulso es vivir; la necesidad es vivir".

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