Sociedad -
Entrevista
"Hay pudor de representar a la bollera machorra de la que yo estoy orgullosísima"
La periodista Andrea Momoitio asegura que hay que reivindicar "una visibilidad en un espectro más amplio que reconozca que hay muchas maneras distintas de ser y de vivir lesbiana".
Berezi Fernandez | EITB Media
Euskaraz irakurri: Andrea Momoitio: "Nolabaiteko erreparoa dago bollera mari-mutila irudikatzeko"
Andrea Momoitio se define como lesbiana y feminista, en ese orden. Además, es periodista y trabaja en la coordinación de la revista Pikara Magazine. En vísperas del Día contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, habla sobre militancia lésbica, exposición, vulnerabilidad, referentes y batallas pasadas, presentes y futuras.
Como lesbiana, feminista y periodista abordas el tema de la visibilidad desde diferentes ángulos y en diferentes foros, ¿qué has aprendido sobre visibilidad en estos años de militancia y oficio en Pikara Magazine?
La visibilidad de las lesbianas es una de las grandes reivindicaciones del colectivo históricamente, todo lo históricamente que se puede hablar, porque en el Estado español las lesbianas llevamos organizadas y haciendo militancia política desde los 70. Y es verdad que la reivindicación de la visibilidad siempre ha sido una de las principales demandas, pero creo que, en cierta medida, deberíamos superarla. Hemos llegado a un punto en el que arrastramos todo el rato la demanda de la visibilidad y no sé si últimamente es tan necesaria como hace unos años.
Por ejemplo, después de terminar la carrera, en el máster, hice un análisis de las representaciones lésbicas en las series de ficción, porque yo veía que desde el activismo lésbico reivindicábamos continuamente la visibilidad y de repente habían aparecido un montón de lesbianas en la televisión. Creo que en realidad ahora mismo nos enfrentamos más bien a una representación bastante estereotipada de cómo somos las lesbianas. Bastante estereotipada, y sin embargo, negando un poco el estereotipo tradicional de lo que es una mujer lesbiana. Porque en las representaciones lésbicas es muy complicado, por ejemplo, que nos encontremos con una lesbiana masculina, parece que desde los productos culturales más "progres" hay cierto pudor de representar a la bollera machorra de la que, no sé si todas, pero yo al menos estoy muy orgullosa. Hay bastante resistencia a esa representación.
Entonces, no sé si hace tanta falta que sigamos reivindicando la visibilidad, aunque sé que en algunos ámbitos sí, sino una visibilidad en un espectro más amplio que reconozca que hay muchas maneras distintas de ser y de vivir lesbiana.
Sin embargo, en la pandemia hice un reportaje sobre cómo estaba viviendo la cuarentena más estricta la población LGTBQI+ y me encontré con que asociaciones o fundaciones me contaban que el confinamiento estaba haciendo muy evidente que había muchas mujeres que todavía no habían salido del armario en ciertos ámbitos, como, por ejemplo, en el laboral. Esto me llamó la atención, porque pensaba que estábamos más en la línea de hablar de la representación que de la visibilidad, pero luego te chocas con la realidad y quizá todo esto que he dicho antes tenga más que ver con mi entorno y con mi propia burbuja que con la realidad de las lesbianas. No sé hasta qué punto estamos representadas, por ejemplo, en el ámbito laboral. No sé cuántas de nosotras decimos en nuestro trabajo o en ciertos espacios que somos bolleras abiertamente. Este tema todavía es complicado, tiene muchas aristas y supongo que por eso sigue siendo, todavía, una de las grandes batallas.
Teniendo en cuenta que pones el cuerpo, el discurso y las palabras a disposición de quien quiera informarse sobre activismo lésbico, ¿cuánto pesa la responsabilidad? ¿Cansa verse obligada a hacer pedagogía los 365 días del año?
No me pesa nada; de hecho, cada vez que tengo la oportunidad de hablar y de hacer público que soy lesbiana, que vivo lesbiana y que activo lesbiana —porque no es sólo que me acueste con mujeres, no sólo tiene que ver con eso, sino con una manera de entender y de vivir también—, lo hago, porque a mí esto es algo que me llena, que me siento bien haciéndolo. No me pesa para nada.
En cuanto a la pedagogía, supongo que como en todos los activismos, hay momentos en los que piensas: "¿De verdad esto todavía no se sabe y tenemos que volver al principio?". Y a veces cuesta porque tú cada vez sabes más cosas y tienes las cosas más claras, entonces, a veces es difícil volver al punto cero y explicar las cosas desde ese punto. Aún así, no me pesa, lo considero una suerte.
¿Qué papel crees que juega la vulnerabilidad en el discurso de visibilización? ¿Estás cómoda mostrándote vulnerable? ¿Crees que es necesario?
Particularmente, creo que sí. Por mi forma de ser, mostrarme vulnerable me ayuda y me sienta bien. Ha habido veces que había cosas que estaban limitando mucho mi vida personal y que han dejado de limitarme en el momento en que las he hecho públicas, cada una con sus trucos.
Por ejemplo, si mañana publico un artículo, probablemente lo haya escrito meses antes, sobre todo si tiene que ver con mis vivencias. Cuando publiqué el de la ruptura, ésta se había dado muchísimo antes. Siempre hago el ejercicio de escribir, dejarlo, retomarlo con el tiempo, verlo con distancia, modificarlo mucho y entonces sí, publicarlo, cuando ha pasado y ya no duele. En mi caso me sienta bien mostrarme vulnerable, pero creo que tiene mucho que ver con mi forma de ser.
¿Cómo te hace sentir la palabra empoderamiento? ¿Crees que se ajusta al momento de lucha que vivís?
Creo que es un concepto que hemos deslavado demasiado, a mí ya no me dice nada. Aún así, entiendo la utilidad del término y entiendo que en otros ámbitos y espacios siga teniendo su poderío.
Si tendrías que hablar sobre tres referentes lesbianas, ¿a quiénes nombrarías?
Uno de mis referentes es Maite Irazabal —en el activismo "bollo" de Bilbao la conocemos como Maite Elorrio—, que es una mujer que lleva toda la vida activando y militando en el movimiento lésbico. Ella es memoria, es resistencia y, además, es mi amiga. Me parece que es uno de esos referentes que hay que reivindicar.
Más en lo teórico y lo lejano, nombraría a la escritora Monique Wittig, que ha hecho grandes aportaciones al pensamiento lésbico, sobre todo con su libro "El pensamiento heterosexual y otros ensayos". Son varios artículos, uno de ellos especialmente conocido donde decía que las lesbianas no somos mujeres, porque la categoría de mujer está íntimamente ligada al sistema heterosexual de pensamiento y en el momento en el que sales de esa lógica, esa categoría se rompe de alguna manera. Aunque quizás ahora no suene tan rompedor como sonó en su momento, en su día fue una gran aportación.
Por último, los personajes de Maca y Esther de la serie "Hospital Central". Puede parecer ridículo o absurdo, pero a mí Maca y Esther me cambiaron la vida. Era la primera vez que veía bolleras en televisión y era una historia de amor romántica, bonita y sin drama (al principio). Recuerdo mucho la emoción y los nervios, dejar de ver la serie con mis padres y verla en la habitación —cuando nunca lo hacía— porque me daba miedo que me notaran algo. Recuerdo, también, hablar de ellas con mucho amor, cariño y emoción con la que era entonces mi novia, con la que tuve un año de relación sin que nadie nunca lo supiera. Verlas representadas y lo que supuso en los medios de comunicación fue un impulso muy grande para mí; para decidir que yo quería salir del armario, que no quería seguir teniendo relaciones a escondidas y que aquello no era algo tan terrible.
Pikara Magazine cumple 10 años. Decía June Fernandez –una de las fundadoras de la revista- en una entrevista en Radio 3 que, aunque sus obsesiones han cambiado a lo largo de los años, hay ciertos pilares que seguís manteniendo intactos. ¿Qué consideras que ha cambiado en estos 10 años de profesión y qué crees que no debe cambiar? ¿Qué retos identificáis a corto plazo?
Más que cambiar, hemos crecido. Hemos crecido sobre la misma estructura. Lo que queríamos hacer, que era escribir y hacer periodismo con perspectiva feminista, lo seguimos haciendo y lo hacemos cada vez mejor; cada vez somos más y cada vez tenemos más andamiaje.
Hace 10 años ni siquiera nos imaginábamos que podríamos trabajar y vivir de Pikara y ahora somos seis trabajadoras. Hemos crecido mucho, pero creo que mantenemos esas ganas de contar historias de otra manera, que, al fin y al cabo, es lo que siempre hemos querido.
Como reto, queremos que sea un espacio que sirva para mejorar las condiciones de vida de muchas compañeras periodistas freelance, queremos ser lo suficientemente fuertes como para que Pikara sea un espacio de empoderamiento laboral para periodistas. Ya sabemos cómo se hace periodismo con perspectiva de género y ahora queremos que las lógicas de producción también sean feministas. Queremos ser un espacio donde cada vez pueda haber más trabajadoras, que cada vez esté más en el centro nuestra vida, que cada vez paguemos mejor. Hemos sido y seguimos siendo una referencia en cuanto a periodismo feminista pero ahora lo queremos ser también en cuanto a condiciones laborales.
Estás escribiendo un libro que publicarás en breve. ¿Puedes adelantar algo? ¿Tiene que ver con el trabajo en Pikara?
Sí, el libro está muy vinculado a Pikara, como todo en mi vida. Hace unos años hice un reportaje sobre una huelga de prostitutas que hubo en Bilbao en noviembre de 1977 y me quedé con la mosca detrás de la oreja; ahí había una historia. El libro que estoy escribiendo cuenta esa historia, lo entrego en mayo y saldrá en septiembre con Libros del K.O.
Es la historia de una mujer de Santander que se llamaba María Isabel Gutiérrez Velasco y que apareció quemada en la prisión de Basauri con 23 años. Desde la cárcel se insinúa que es un suicidio, pero sus compañeras no se creen la versión oficial y estuvieron unos días en huelga, hubo un encierro en el Hospital de Basurto, se encadenaron al puente del Arenal, al Puente Colgante de Portugalete y crearon un comité de prostitutas. Ese mes de noviembre fue muy poderoso, ella murió el día 9 y la última manifestación fue el 25 de ese mismo mes. Hablaron de María Isabel en rl Congreso de los Diputados y fue una chispa muy poderosa que duró sólo ese noviembre, pero que en cualquier caso era muy desconocida.