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Reportaje

Nacidos durante la pandemia: ¿Cómo ha afectado el confinamiento a los bebés?

Varios expertos nos explican cómo han afectado los confinamientos en el desarrollo y crecimiento de los bebés nacidos durante la pandemia.

Un recién nacido
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Euskaraz irakurri: Pandemia garaian jaiotzea

La natalidad se encuentra en mínimos históricos en Euskadi. Para hacernos una idea, en 2020 nacieron hasta 6000 niños y niñas menos (-30 %) que en 2008, según los datos recogidos por EITB DATA. Se trata de unas cifras que previsiblemente seguirán empeorando durante los próximos años por el impacto negativo de la pandemia

Precisamente, a los niños nacidos durante la pandemia se les ha bautizado, a menudo, como coronababies, pandemials o cuarentenials. Pero, ¿a qué retos se enfrentan estos bebés y sus familias, más allá de haber sido englobados en una nueva denominación generacional?

El jefe del Servicio de Urgencias de Pediatría en el Hospital de Cruces, Javier Benito, ha explicado a eitb.eus que resulta difícil prever cómo afectará la crisis sanitaria en los más pequeños. Hasta la fecha, eso sí, considera que "no existe evidencia alguna de que las medidas llevadas a cabo durante la pandemia hayan tenido algún tipo de impacto sobre su salud o aprendizaje".

Sin embargo, otros expertos, como la psicóloga Lide Triku, sí creen que la pandemia tendrá efectos sobre los más pequeños, y pone el foco en el impacto psicológico.

La salida a un nuevo mundo

La barakaldesa Naroa Hernández y su pareja supieron de su segundo embarazo en enero de 2020, dos meses antes de que la pandemia empezase a poner nuestras vidas patas arriba. El confinamiento era una circunstancia con la que no contaban, y no fue fácil asistir sola a todas las pruebas que le hicieron durante esos meses, o parir con mascarilla, o los días posteriores al parto que pasaron ella y su pareja en una habitación del Hospital de Cruces, sin poder compartir su alegría con el resto de la familia. En cualquier caso, tal y como nos ha explicado, tras el nacimiento de su segundo hijo, Xiber, "nunca he sentido miedo".

Desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, los recién nacidos han recibido únicamente los cuidados de su núcleo familiar más cercano, y principalmente encerrados en casa, lo que se ha traducido en menos estímulos externos. Los paseos, los grupos de juego y las ocasiones de interacción en espacios como parques o guarderías han disminuido radicalmente, restando oportunidades de exploración del mundo que les rodea. Además, a los bebés nacidos durante la pandemia las mascarillas les han privado de ver las sonrisas y demás expresiones de otras personas fuera del ámbito de su hogar.

"El pequeño acaba de cumplir siete meses, y hay familiares a los que aún no ha podido conocer, aún viviendo todos en Bizkaia, como nosotros". Otros ya han podido conocerle, pero no le han cogido en brazos. Los padres de Naroa, el aitite y la amama de Xiber, viven, como ellos, en Barakaldo, y han podido pasar tiempo juntos. No es el caso de los otros abuelos, que "viven en Arrieta y, debido a los frecuentes confinamientos municipales, casi no hemos podido vernos". Naroa confiesa que "ha sido duro para ellos, pero también para nosotros".

Lide Treku, psicóloga en el centro Kulunkan Psikologia de Donostia-San Sebastián, nos cuenta que la primera necesidad del recién nacido y de sus progenitores es ir construyendo el apego, y tener interacciones basadas en el afecto. Para ello, es "imprescindible" el contacto físico, e insiste en cuidar también el ámbito emocional: "sería una gran metedura de pata pensar que vamos a salir de esta crisis mundial cuidando solo el aspecto físico".

El pediatra Javier Benito apunta que, "en los dos primeros años de vida, el entorno principal de aprendizaje y desarrollo emocional es la familia directa, y probablemente se haya visto reforzado en estos últimos tiempos".

La psicóloga opina que, en el modelo social en el que vivimos, donde los horarios y la vida de los niños se construyen alrededor de la vida de los padres y madres y está condicionada por ellos, "es, sin duda, beneficioso para los niños que el tiempo familiar en los confinamientos esté repartido según sus necesidades". Un tiempo donde cabrán más horas de juego y durante el cual se estrechará el vínculo paterno-filial, reforzando el apego.

Educar en pandemia

Los entornos grupales, como las guarderías, las aulas o los parques, suelen ser entornos apropiados donde los adultos pueden detectar si los niños presentan problemas cognitivos, sensoriales, motores o de aprendizaje.

Xiber empezó hace un mes a ir a la guardería, "y está estupendamente". Es el único en su grupo en edad de cuna, pero ya interactúa con los compañeros, está pendiente de ellos y se muestra juguetón. "Los niños a los que el confinamiento les ha pillado más mayores habrán notado más esa falta de relaciones con otros niños".

Ahora que Xiber empieza a entrar en contacto con otros niños, sus aitas opinan que está en una relativa "normalidad". Va al parque, ve niños, interactúa con ellos, le sientan en los columpios y juega. "Es una normalidad relativa, pero creo que para él es una realidad parecida a la que habría vivido sin pandemia".

La madre de Xiber intuye que, en caso de alargarse la situación de pandemia, sí que podría comenzar a detectar algún efecto negativo, pero, por el momento, las capacidades comunicativas del pequeño parecen estar desarrollándose dentro de lo habitual.

De alargarse esta situación, "tendremos niños de la pandemia"

"No cabe duda de que semejante situación de déficit emocional y social tendrá efectos en los niños, de hecho, ya los está teniendo". Según la psicóloga Lide Treku, al tratarse de la primera experiencia global de pandemia, harán falta tiempo y datos para evaluar la influencia que esta pueda estar ejerciendo sobre los niños más pequeños. Lo que sí afirma es que "hace tiempo que sabemos que la estimulación tiene especial importancia en el desarrollo del niño".

Se consideran estimulaciones las expresiones corporales, el contacto físico, el movimiento o la exploración del mundo que los rodea. La psicóloga afirma que "todos ellos se han visto disminuidos y, al haber una pérdida de estímulos, se ha podido observar que el desarrollo ha sido más lento, con graves efectos cognitivos y emocionales".

Treku opina que, en caso de alargarse la situación derivada del coronavirus, tendremos "niños de la pandemia", que, "sin presentar graves perjuicios, podrían mostrar pequeñas dificultades en algunos ámbitos". Los efectos ya son "notables", explica, en el caso de niños más mayores: algunos de los ejemplos que ha observado en consulta sugieren "altas tasas de frustración, ansiedad, tristeza o miedo".

A falta de datos oficiales, la psicóloga ha comenzado a detectar un empeoramiento general de la salud mental, en base a lo que ve en la consulta en el día a día. No sabe calcular el impacto que la pandemia tendrá en un futuro, pero "imagino que ese impacto lo determinarán la estructura interior y la capacidad de resiliencia de cada niño o niña".

"La realidad de los niños y niñas", concluye Treku, "es que tienen una gran capacidad de adaptación, y a esta situación sin precedentes también se están acostumbrando".

¿Cómo hacer frente a estos retos?

Saber si la pandemia influirá en los bebés nacidos durante la era del coronavirus llevará su tiempo, pero, por ahora, hay cosas que se pueden hacer para minimizar los efectos.

La psicóloga Lide Treku opina que el "juego libre", en la calle, no estructurado y no guiado por adultos podría ser la mejor vía para estimular a los pequeños. A menudo puede tratarse de juegos simples que permitan al niño o niña crear su mundo, pues, "cuanto menos interactivo sea el juguete o cuantos más usos ofrezca, más pondrá el niño de su parte y más enriquecedor será el juego".

La psicóloga recomienda "pasar los mayores momentos posibles sin mascarilla, ir al monte o frecuentar los entornos naturales", sin olvidar que es clave hacer actividad física con los niños. En la medida de lo posible, y recordando que la socialización es "una necesidad básica del ser humano", recomienda relacionarse con otras personas y con otros niños.

Por su parte, el pediatra Javier Benito cree que "quizá si una situación mantenida de confinamiento total, como la que vivimos en la primera ola de la pandemia, se hubiera prolongado en el tiempo podría haber ocasionado problemas". En cambio, "la realidad es que a partir de mayo del año pasado, los niños, aún con limitaciones, han tenido cierta vida social en guarderías, colegios y entornos de juego".

Naroa, la madre de Xiber, también opina que ese proceso hacia la normalidad es posible: "Nos hemos amoldado y hemos normalizado bastante la situación para disfrutar de la vida". Obviando los obstáculos, "como lo demás ha sido tan bonito, hemos salido ganando".

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