Sociedad -
Violencia contra las mujeres
El tatuador donostiarra se presenta como víctima de una conspiración y niega acoso
Ha dicho que la acusación de abusos y acosos sexuales a una docena de mujeres es una conspiración dirigida por un competidor que quería "quitarle" del negocio.
agencias | redacción
Euskaraz irakurri: Donostiako tatuatzaileak esan du ez duela erasorik egin eta guztia konspirazioa dela
El tatuador donostiarra acusado de abusar y acosar sexualmente de una docena de mujeres, en su mayoría clientas, ha negado categóricamente este lunes los hechos que se le imputan que ha atribuido a una especie de conspiración dirigida por un competidor que quería "quitarle" del negocio.
El testimonio del procesado ha centrado por completo la atención de la última jornada del juicio que se ha celebrado en su contra en el Juzgado de lo Penal número 2 de Donostia-San Sebastián, después de que su abogada, Cristina Morcillo Buj, solicitara que la declaración del tatuador fuera la última de la vista oral.
Las dos primeras sesiones del juicio, en las que declararon las víctimas y diferentes testigos, tuvieron lugar el pasado mes de septiembre, si bien la última jornada tuvo que aplazarse por la incomparecencia de varias afectadas que han declarado hoy, salvo una que no ha acudido por encontrarse en los Estados Unidos.
En las sesiones del juicio ya celebradas, las víctimas, muchas de ellas clientas, además de una alumna de un curso de tatuaje y la novia de un amigo del procesado, pusieron de manifiesto un patrón de acoso sexual casi sistemático entre 2013 y 2018 por parte del imputado, quien durante todo el juicio ha permanecido oculto por un biombo para impedir el contacto visual con estas mujeres.
Según desvelaron las afectadas los episodios de acoso habrían comenzado con los primeros trabajos que el hombre realizó inicialmente en una vivienda del barrio de Bidebieta donde convivía con su esposa y la hija de ésta, y que continuaron después en el estudio que puso en la Parte Vieja de la ciudad.
Estas mujeres relataron distintos episodios de acoso, proposiciones de índole sexual, piropos, tocamientos y envío de mensajes que les hicieron sentirse acosadas e incómodas, y algunas de ellas manifestaron que el hombre incluso les llegó a tomar la mano para colocársela sobre su pene.
En la parte final del juicio, la Fiscalía, que inicialmente solicitaba penas que sumaban 21 años de prisión para el inculpado, ha decidido elevar su solicitud hasta los 28 años y medio de reclusión, mientras que las dos acusaciones particulares que representan a dos de las víctimas han mantenido sus demandas y la defensa ha reclamado la libre absolución de su cliente.
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