Denuncian dos casos de abusos por parte de un sacerdote de Puente la Reina

Un hombre ha denunciado que un sacerdote del colegio religioso Padres Reparadores de Puente la Reina (Navarra) abusó de él y de su hermano cuando ambos eran niños. La víctima nunca denunció ni contó los abusos, al igual que su hermano, quién se suicidó dejándole una nota en la que le relataba los abusos sufridos.

En una entrevista concedida a Cadena Ser bajo un seudónimo y con la voz distorsionada, Guillermo (nombre ficticio) relata que cuando tenía 12-13 años enfermó y fue tratado por el cura que ejercía de médico en el centro. Allí, en la enfermería, es donde fue víctima de los abusos del sacerdote, ya fallecido. Según cuenta, el religioso aprovechaba que el resto de alumnos internos y profesores estaban en clase para "empezar con tocamientos y terminar como él quería".

El hombre asegura que "inmediatamente después" de ser forzado buscó un teléfono y llamó a su madre, a la que le dijo: "Mamá, si no vienes a buscarme, no me verás jamás". Sin embargo, después no contó a su madre lo ocurrido (murió sin saber nada) y lo ha mantenido en secreto hasta hace poco.

"Fue terrible. Cuando te pasa algo así te trastorna la vida tanto que dejas de ser niño, tu vida cambia para siempre. Yo no pedí ayuda a nadie", lamenta.

Años después, supo que su hermano también fue víctima de abusos por parte del mismo sacerdote, ya que así se lo confesó éste en una carta que escribió antes de quitarse la vida. La misiva, "llena de dolor y sufrimiento", narra los abusos con todo detalle, según Guillermo.

Informó al Arzobispado de Pamplona, pero no hicieron nada

Tras conocer el caso de su hermano, y "movido por la rabia, el dolor y la pena", se puso en contacto con la secretaria del arzobispo de Pamplona, ésta se lo hizo saber a Francisco Pérez. "Les costó llamar, y creo que me llamaron porque yo insistí", afirma. Según cuenta, salió de la reunión "mucho peor de lo que entró", ya que se encontró "con un muro de hormigón". Según le dijo el representante eclesiástico, el Arzobispado tenía "un cuarto donde hay un cajón o una urna, llamémosle así, donde se guardan este tipo de cartas y no vuelven a salir jamás". "Evidentemente, no se la entregué", añade.

Guillermo afirma que está seguro de que "no fueron los únicos niños en sufrir esto" y anima a otras posibles víctimas a denunciarlo.