Sociedad -
Repaso de su papado
El papa Francisco, el primero
El comienzo del papado del papa Francisco no ha dejado a nadie indiferente. ¿Estamos ante un cambio de talante, la osada aventura de un idealista o el inicio de un profundo cambio en la Iglesia?
Natxo Velez | eitb.com
Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, es el primer sumo pontífice americano, primero no europeo desde el siglo VIII y primero que pertenece a la Compañía de Jesús. Desde su estreno, aquel 13 de marzo de 2013 en el que saludó a los fieles desde el balcón de la Basílica de San Pedro como papa tras ser elegido en la quinta votación efectuada durante el segundo día del cónclave, Francisco ha emprendido, con un marcado sello personal, un viaje renovador que ha levantado admiración y grandes suspicacias en el seno de la Iglesia.
Perfil del papa Francisco
Aunque el número ordinal no es pertinente en su denominación como santo padre –no es correcto denominarle todavía Francisco I, al no existir aún ningún papa posterior con el mismo nombre–, la forma ordinal del número uno acompaña a Francisco desde su elección.
Aquel día, a las 20:22, fue el primer papa en salir al balcón a saludar a los fieles sin la muceta roja y la estola carmesí y no se subió al cajón dispuesto junto a la barandilla para destacar entre el resto de los cardenales –en eso también fue precursor–; nunca antes un papa había puesto a la gente a rezar en la propia plaza, y fue el primero en mucho tiempo en llevar una modesta cruz colgada del cuello en lugar de las suntuosas cruces de sus antecesores... Son gestos simbólicos en apariencia, pero que mostraban pistas sobre la manera en la que ha emprendido el papado.
Su propia carta de presentación, el nombre elegido, muestra muy a las claras qué es para él lo fundamental en su liderazgo ("los pobres, los que sufren, son el objetivo fundamental de la Iglesia", dijo). Tomó su nombre en honor a San Francisco de Asís ("el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la Creación", según sus palabras), santo italiano del siglo XIII que fundó la Orden Franciscana y se caracterizó por su entrega a los pobres y su extrema austeridad, y lo hizo "pensando en los pobres y en las guerras". "Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres", exclamó tres días después del final del conclave.
Cercanía
A través de los gestos, Francisco ha mostrado qué cariz va a tener el periodo en el que él comandará la Iglesia: en uno de sus no tan banales símbolos, prefirió continuar viviendo en la residencia de Santa Marta junto a los eclesiásticos que la visitan, en lugar de hacerlo, como han hecho todos sus predecesores desde Pío X (1903), en el apartamento pontificio. "Aquí entran 300 personas", comentó abrumado cuando lo condujeron a ver el apartamento enclavado en el tercer piso del Palacio Apostólico, en el Vaticano. Esta acción muestra coherencia con su discurso de preocupación por la pobreza y condena de las causas de esta, repetido hasta la extenuación en este periodo.
Cuestionado sobre la decisión de establecer su residencia fuera del apartamento, el papa Francisco adujo, obviamente, la austeridad como causa: "La austeridad es necesaria para todos los que trabajamos al servicio de la Iglesia. Hay muchas tonalidades de austeridad: cada uno debe buscar la suya". Pero, además, esgrimió argumentos "psicológicos" para justificar su decisión: "Yo no puedo vivir solo con un pequeño grupito –Ratzinger compartía el apartamento con su secretario personal, el segundo secretario, el sacerdote maltés Alfred Xuereb, cuatro laicas consagradas y una monja que le ayudaba en los trabajos de estudio y escritura–. Necesito a la gente, encontrarme con la gente, hablar con la gente. Por eso digo que es por motivos psiquiátricos, porque no puedo vivir solo", comentó a los periodistas en un vuelo de regreso desde Río de Janeiro en septiembre.
Organización "más horizontal"
Esa idea de no encerrarse tras muros, de no crear jaulas de oro, ha sido trasladada del campo físico al campo filosófico por el papa Bergoglio, pues opina que la reflexión debe partir de la experiencia: "Lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es la capacidad de curar heridas y dar calor, cercanía, proximidad. Los ministros del Evangelio deben ser personas capaces de caldear el corazón de las personas, de caminar con ellas de noche, de saber dialogar e incluso descender a su noche y su oscuridad sin perderse. El pueblo de Dios necesita pastores, no funcionarios 'clérigos de despacho'...". Además ha abogado en varias ocasiones por una organización más horizontal y "menos dependiente del Vaticano" de la Iglesia, y ha mostrado su firme disposición por cambiar la situación actual.
Como muestra de ello, ante la celebración en octubre de 2014 de un sínodo extraordinario sobre la familia, el papa Francisco ha pedido a las conferencias episcopales que distribuyan, con especial atención a las parroquias, muestra de su acercamiento a los católicos de base, su apuesta por escuchar el rumor de la calle fuera de la jerarquía, un cuestionario, con el objetivo de conocer las preocupaciones principales de la ciudadanía. En él, se cuestiona a los católicos sobre temas otrora tabúes: el matrimonio homosexual y los niños adoptados por estas parejas, el divorcio, la anticoncepción, el aborto...
Sobre la urgencia de ver cambios por parte de algunos, Bergoglio, que se define a sí mismo como un pecador ("no se trata de un modo de hablar o un género literario: soy un pecador", dijo), cree que se necesita tiempo para asentar las bases de un cambio verdadero y eficaz, debido a que, apoyado en su experiencia, desconfía de las decisiones tomadas improvisadamente y es partidario de consultar siempre todas las cuestiones; muestra claramente su preferencia, además, por "consultas reales, no formales". De hecho, en las intervenciones realizadas hasta ahora, ha huido pavoroso de la cortesanía. Como dijo en una entrevista en el diario La Repubblica, "los jefes de la Iglesia han sido a menudo narcisistas, adulados por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado".
"Jamás he sido de derechas"
Fue precisamente hablando sobre ese tema, la toma de decisiones, cuando el papa dio uno de los más llamativos titulares de su papado. Durante una entrevista para la revista Civilta Cattolica, el papa rememoró lo siguiente: "En mi experiencia de superior en la Compañía de Jesús, si soy sincero, no siempre me he comportado así, haciendo las necesarias consultas. Y eso no ha sido bueno (...). Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista. Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas".
En su anhelo reformista, Francisco dice querer mirar adelante y "aparcar" los insistentes mensajes enviados por la cúpula eclesiástica sobre abortos, gais y anticonceptivos, "para abrir nuevos caminos y que la Iglesia sea capaz de salir de sí misma yendo hacia el que no la frecuenta". De todas maneras, Francisco se refirió a no repetir esos mensajes una y otra vez, no a cambiar la posición de la Iglesia sobre esos temas: "Ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar".
Aunque, en ese camino aperturista en busca de quienes han abandonado la Iglesia, el papa no hace distinciones al hablar, por ejemplo, de los homosexuales: "Si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla. No es posible una injerencia espiritual en la vida personal".
Respecto al papel de la mujer en los órganos de decisión de la Iglesia, Francisco se ha mostrado partidario de afrontar también ese tema: "Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva (...). La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad. Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes, es necesario el genio femenino", dijo el papa argentino.
Contra las consecuencias del sistema
Francisco se ha significado, asimismo, por sus reacciones ante las desigualdades en el mundo y las consecuencias que estas tienen en la vida de las personas. En la entrevista publicada por el diario La Repubblica el 1 de octubre, criticaba duramente el panorama político: "Pienso que el liberalismo salvaje convierte a los fuertes en más fuertes, a los débiles en más débiles y a los excluidos en más excluidos (...). Se necesitan normas de comportamiento y también, si fuera necesario, la intervención directa del Estado para corregir las desigualdades más intolerables".
Francisco bendice a una persona enferma en San Pedro
Por otra parte, ante la interminable y desoladora tragedia que supone la muerte de personas que, en busca de un futuro mejor, naufragan en los mares y océanos, Francisco dijo en octubre, tras la enésima tragedia acaecida en aguas de la isla italiana de Lampedusa, una de tantas, que estos hechos son "una vergüenza". "Hablando de la inhumana crisis económica mundial, que es un síntoma grave de la falta de respeto por el hombre, no puedo no recordar con gran dolor las numerosas víctimas del ulterior trágico naufragio ocurrido en Lampedusa: es una vergüenza", indicó poco después de conocer la tragedia.
También en la misa por el Día de Todos los Santos pidió a los fieles que rezaran por los inmigrantes muertos en sus intentos de alcanzar una tierra más prospera, "hermanos y hermanas nuestros, hombres, mujeres y niños, empujados por la sed, el hambre y el cansancio".
Quo vadis?
Solo el tiempo determinará si los gestos realizados por Francisco en los albores de su papado cristalizan en cambios significativos en la estructura y la labor de la Iglesia católica. El papa Francisco ha levantado tantos elogios como dudas y desconfianzas dentro de la curia pontificia y en la opinión pública, debido a su, en apariencia, firme propósito de buscar nuevas vías. Puede que estemos ante un cambio solo de talante, frente a la osada aventura de un idealista o a las puertas de un cambio de época en la Iglesia. Lo veremos.