Razones para una dimisión

"Nunca llega el momento de dejarlo. Ahora ha llegado". Con estas enigmáticas palabras anunció ayer por sorpresa Esperanza Aguirre su decisión de dimitir de sus cargos de diputada en la Asamblea y de presidenta de la Comunidad de Madrid.

Con la voz entrecortada, la dirigente 'popular' indicó que su decisión se debe a razones personales, debido a la enfermedad que ha vivido o la llegada de sus nietos; "el sentimiento de que la política siempre era una actividad temporal" y la consolidación del proyecto del PP.

Respecto a su estado de salud, aseguró haber tenido "una enfermedad seria, grave de la que presuntamente estoy curada, pero no es sólo eso".

Aguirre, no obstante, apuntó que antes de las pasadas elecciones del 22 de mayo dudó muchísimo si se tenía que presentar puesto que tenía pensada esta decisión desde hace ya mucho tiempo.

Así, sostuvo que nunca ha querido "ser una profesional de la política, sino una persona que en un momento dado pensó que podía dar a sus ciudadanos una visión y formas liberales de la política" y lo que en principio pensó que iba a ser "un corto paréntesis" se ha terminado convirtiendo "en casi una vida dedicada a la política".

"He llegado a la conclusión de que es el momento adecuado para dejarlo", zanjó.

Sus compañeros de partido, como la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, han dado por buenos los argumentos de la ya expresidenta madrileña: "Aguirre no se caracteriza por no afrontar con la verdad los problemas".

Sin embargo, no son pocas las voces que dudan de las razones esgrimidas por la 'lideresa'. No se creen que un animal político de semejante tamaño, cuyo gesto más efímero era calculado al milímetro, haya decidido marcharse por razones tan poco obtusas.

Más allá de las razones personales, la prensa de Madrid ve motivos políticos detrás de la dimisión de Aguirre. Su tensa relación con el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy (ha sido muy crítica con la subida del IVA y la excarcelación de Uribetxebarria, entre otras medidas recientes), y el convencimiento tácito de que a los 60 años no ascenderá más en la política, son otros de los ingredientes a añadir al 'cóctel' de la dimisión.