Política -
Entrevista
Juanjo Álvarez: "El problema de Europa es que ahora no tiene capacidad ni argumentos para dar marcha atrás"
El Catedrático de Derecho de la UPV lamenta la "acción equivocada" de occidente, sobre todo de Europa, en la respuesta a la "injustificable invasión de Putin" sobre Ucrania; subraya que ambas denuncias no tienen por qué ser excluyentes.
Olatz Prat | EITB Media
Euskaraz irakurri: Juanjo Alvarez: "Europaren arazoa da orain ez duela atzera egiteko gaitasunik, ezta argudiorik ere"
Juanjo Álvarez (Zumaia, 1964) es catedrático de Derecho Internacional Privado de la Universidad del País Vasco, además de secretario del Instituto de Gobernanza Democrática en la Casa de la Paz y los Derechos Humanos de Aiete en San Sebastián. Acoge a eitb.eus en su ordenado y soleado despacho de la Facultad de Derecho, en San Sebastián, donde le preguntamos sobre Ucrania, la invasión rusa, sobre Europa y el panorama geopolítico derivado del conflicto, desde un punto de vista de la legalidad y resolución al conflicto.
Hay una idea que emerge de su boca desde el primer minuto -en realidad desde la misma llamada para poner la cita-, y es su preocupación por cómo la sociedad europea ha sido "engullida" por una corriente de "verdad única" que deja escaso margen para su cuestionamiento. Y al igual que, quien no se mueve no siente las cadenas, Álvarez lleva tiempo sintiéndolas.
Tiene claro que todo acto político que genera violencia, como es el caso de una guerra, "siempre es evitable", y en el caso de Ucrania, la diplomacia ha fallado. Se podía haber evitado y no se ha hecho. Según Álvarez, existe una concurrencia de culpas: "Por una parte, la ambición desmedida de Putin y, por otra, no la inacción, sino la acción equivocadísima de la diplomacia internacional y particularmente la europea, auspiciada por Estados Unidos. Hay un interés político de decir 'le voy a pisar en el callo a Putin' en un afán de colocar contra las cuerdas a Rusia, y alguien en Rusia que quiere seguir siendo un Zar. Se juntan el hambre y las ganas de comer".
Sin embargo, dejando claro que la invasión rusa "no tiene ningún fundamento, y Putin debería ser juzgado por ello", reconoce que el presidente ruso tiene un argumento legal y un precedente histórico de lógica aplastante: la independencia de Kosovo de Serbia en 2008, apoyada por los Estados Unidos, sus principales aliados y parte de la Unión Europea, y la conclusión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que "hizo un encaje de bolillos y concluyó que la declaración de independencia no violaba la legalidad internacional", explica Álvarez.
"Eso es lo que está pidiendo Rusia ahora", que lo que sirve para un sitio, sirva para el otro, que se permita un referéndum en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk y la población decida sobre su propio futuro. De hecho, estas regiones celebraron referéndums sobre su estatus político en 2014, que pusieron de manifiesto el apoyo de una aplastante mayoría (90 %) a la independencia. Estas consultas no fueron reconocidas por Kiev, ni Estados Unidos, ni la Unión Europea. El pasado 22 de febrero, Rusia reconoció a Luhansk y Donetsk como repúblicas independientes. No era casualidad.
Según Álvarez, "la voluntad de Putin no es la de invadir Ucrania, nunca ha sido su intención cambiar a su Gobierno, lo que ha querido es poner su bota militar encima de la mesa y decir, 'me retiro, si me permitís esto'". Del mismo modo, cree que cuanto más se cronifique la guerra, "Rusia pondrá exigencias más altas, porque sabe que algún día habrá que negociar".
Los peajes de la diplomacia
"El papel de la diplomacia es frenar las guerras y evitar que se produzcan, pues ya que has fallado en evitar que se produzca una invasión, tienes que ponerle remedio. Todavía hoy estaríamos a tiempo de parar esa locura y remontar", asegura.
Recalca que "lo de Putin no tiene nombre, no puedes hacer eso en el siglo XXI, no puedes decir, 'os vais a enterar'", pero duda del enfoque de occidente "apretándole cada vez más".
El avance diplomático significaría, según él, pasar por dos peajes: "El primero, tener que aceptar errores del pasado y permitir una solución como la de Kosovo", teniendo que gestionar la lección que extraería el mundo de que "solo cuando invades y cometes tropelías se te hace caso".
El segundo peaje sería el de "remontar la diplomacia a través de acuerdos comerciales y simbólicos, que faciliten las cosas a ambas partes"; es decir, una salida "al hilo de lo que Macrón lleva proponiendo mucho tiempo, uno política de 'llevémonos bien y ganemos todos'".
"¿Por qué no haces un acuerdo de asociación con la federación rusa y entablas unas relaciones que nos beneficien a ambas partes? ¿Porque Putin vulnera derechos?", se pregunta, y sigue; ¿Porque si miramos a los Derechos Humanos, eso implicaría no tener acuerdos de asociación de mercados con otros, y ya lo hacemos con China aunque sea la campeona mundial de asesinatos a través de pena de muertes, lo haces con Arabia Saudí, con Turquía, a quien concedemos lo que sea porque pone freno a toda la inmigración que no interesa, y en un montón de contextos donde hay vulneración de derechos humanos y donde no hay democracia, como no lo hay en Rusia, en el sentido nuestro de la democracia. ¿Eso justifica todo lo que estamos planteando y que la OTAN siga achicando ese espacio? Me parece que esa es una política equivocada que hemos asentido acríticamente".
El papel de Europa
Critica el camino de las sanciones escogido por Europa para solventar la crisis, y subraya que, tienen "un dudoso respaldo legal con la propia jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Tribunal de Luxenburgo". Aclara que "diferir de las decisiones europeas no significa estar a favor de Putin" y considera que "el problema de Europa es que ahora no tiene capacidad ni argumentos para dar marcha atrás".
Si Ucrania no es miembro de la UE, ni lo es de la OTAN, ¿cómo entender que Europa se haya implicado tanto? Según Álvarez, "Ucrania está donde está, hace frontera con cuatro estados y tiene un elemento simbólico respecto a lo que es la presión rusa".
"Europa no tiene competencia en política exterior, no puede declarar una guerra si no hay una invasión a uno de los estados miembro, que no es el caso. Los 27 hacen ver que van 'todos a una' (¡a ver qué estado osa a ir en contra!) para que la sociedad europea, el demos europeo, estemos de acuerdo en que Europa está actuando bien, y es lo que está calando en gran parte de la población", opina.
Señala que Francia, que ha sido la única en discrepar, y "ha mantenido una postura coherente de condena, pero ha dicho que había que dar algo más, ha acabado engullida por la exigencia estadounidense de que aquí no caben las medias tintas", subraya.
Añade que "el eje decisional se ha desplazado de los estados y los gobiernos, a otro tipo de poderes mucho más potentes. Los estados mandan cada vez menos, y más las grandes empresas". A su vez, indica que "las grandes decisiones" se toman en el G7 y el G20, "que no es democrático, porque no tienen ninguna representatividad. Pero ahí se decide todo, y todo es todo. Desde las directrices del BCE, hasta los límites de déficit, y también esto".
La paz como opción
Según se va cronificando el conflicto, "el acento se pone en la afección a los hogares, la afección a la economía, la cuestión energética. Parece que la guerra en sí misma ya es irresoluble. No hay nadie de momento interesado en pararla", lamenta, y se pregunta: "Qué vas a hacer, ¿esperar a que esas negociaciones lleguen cuando los dos están agotados tirados en la lona? Ya hemos aprendido mucho entorno a eso. Eso difiere la solución y exacerba el sufrimiento, y en el origen, la manera final de resolver las cosas es la misma. Rusia no se va a retirar si no le das lo que pide, porque cree que es justo lo que pide, desde un punto de vista de una solución diplomática. El acuerdo no va a decir 'el Donbás es mío', sino 'solicito que se haga un referéndum'".
"Todo esto se solventaría de una determinada manera", dice, y explica: "Cierra el espacio aéreo ucraniano, ¡decreta ese cierre!. Eso significa que si un avión ruso entra, te lo cargas, y se acciona la respuesta nuclear, pero como a eso tenemos miedo unos y otros, no entramos en eso. Participamos activamente dando armamento, logística, formación, pero no estamos participando en la guerra, que no es una guerra, es una invasión unilateral".
En este escenario, con el peligro de cronificación del conflicto y sus consecuencias, Álvarez apuesta porque sea la Unión Europea quien dé un paso al frente, "porque la ONU no lo va a hacer, ha roto todos los puentes con Rusia, y a la OTAN no le interesa que acabe".
La UE podría proponer, según el catedrático, otro modelo geopolítico anclado en valores, democracia y relaciones de buena vecindad, elementos que han hecho que en Europa, "quitando la vergüenza de Los Balcanes" llevemos 70 años en paz: "sería un momento excelente para imponer un autóritas moral y ética, lanzar un mensaje al mundo de que no me meto en una lucha banderiza, sino que estoy por los derechos humanos, estoy por resolver el fin de la guerra, hagamos un planteamiento de este tipo. Quizá sea buenismo bucólico, pero tiene su lógica y su sentido común".