Política -
Óbito
Fallece Manuel Fraga
Jefe en la dictadura y en la democracia, el fundador del PP ha sido una de las figuras clave de la historia reciente española.
Redacción
El presidente fundador del PP, Manuel Fraga Iribarne, ha fallecido este domingo por la noche en su domicilio de Madrid a los 89 años de un fallo cardíaco, según han confirmado fuentes de familia.
Fraga padecía una infección respiratoria importante desde primeros de año a causa de un fuerte catarro y en el momento de su fallecimiento se encontraba rodeado de sus familiares más cercanos.
De origen vasco, Manuel Fraga ha sido una figura clave en la historia reciente de España, no en vano tuvo un papel decisivo durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), la transición y la democracia, en la que trabajó de forma decisiva como uno de los padres de la Constitución.
Generaciones enteras se escandalizaban o se emocionaban con él. Millones de personas le odiaban o le veneraban. Fue jefe en la dictadura y en la democracia, que unos pensaban que contribuyó a crear, y otros que llegó a devaluar.
Hasta su retirada en 2011 fue el político en activo más viejo de Europa. De hecho, siempre se dijo que nunca tuvo que comprar un billete de autobús porque durante 60 años anduvo en coche oficial. Solo el tiempo y el petrolero Prestige lograron vencerle en Galicia, su último destino político, al que siguió vinculado con su designación como senador autonómico.
Siendo ministro franquista, Fraga promovió, entre otras cosas, la legalización de asociaciones y partidos políticos e impulsó la primera Ley de Prensa y la actual red de paradores de España.
Un gran español, un fascista, un hombre trabajador, colaborador de Franco, "antigallego" o defensor de Galicia. Cualquier tipo de descripción, elogio o crítica dispar convivió durante decenios en bares, conciliábulos políticos o discusiones entre amigos para una abrumadora personalidad, el "León de Vilalba", a la que únicamente la ancianidad concedió el beneficio de la ternura.
Ahora en su muerte, hay quienes lamentan que no respondiera ante la justicia por su pasado franquista. Sus partidarios le recuerdan como uno de los personajes más trascendentales de la transición.
Sucesos de Vitoria-Gasteiz y Montejurra
En Euskadi tampoco se olvida su responsabilidad política, como ministro de la Gobernación (lo que hoy día es el Ministerio del Interior), en los sucesos del 3 de marzo de 1976, cuando cinco trabajadores que celebraban una asamblea en la iglesia San Francisco de Asís de Vitoria-Gasteiz fueron asesinados durante el asalto de la Policía al templo.
Tan solo habían pasado cuatro meses desde la muerte de Franco, y más de tres décadas después, nadie ha pagado por ello.
Otra sombra de su mandato en Gobernación son los asesinatos de Montejurra (Navarra), en mayo del mismo año, cuando franquistas y mercenarios fascistas abrieron fuego contra una romería carlista y mataron a dos personas e hirieron a varias más.
El baño en Palomares
Sin duda la imagen más famosa y que aún tienen en la retina muchos mayores es indudablemente el chapuzón que se dio en Palomares, cuando, en 1966, siendo ministro de Franco de Información y Turismo quiso demostrar a la población, junto con el entonces embajador de Estados Unidos, que las aguas de esta localidad almeriense no estaban contaminadas.
Una imagen que dio la vuelta al mundo y que se produjo días después de que un bombardero estadounidense, cargado con armas nucleares, chocara con el avión que le suministraba combustible cuando sobrevolaba Palomares y cuyos restos cayeron al mar.
"¡Que entren los antidisturbios!"
También generó anécdotas graciosas cuando, en medio del frenesí electoral y con su afán de saludar a todo el mundo -siempre fue partidario de conseguir votos puerta por puerta-, llegó a saludar efusivamente a un maniquí en unos grandes almacenes ante la sorpresa de todos los presentes.
Las lindezas de Fraga dirigidas a los gays, con aquello de "los que lo hacen al revés"; su comparación de los votantes indecisos con las mujeres, porque "cuando las preguntas con cuántos hombres se acuestan, nunca dan una respuesta absolutamente certera", o sus críticas a los ecologistas -"si por ellos fuera aún estaríamos en las cuevas de Altamira"- le valieron la reacción guerrera de numerosos colectivos y, también, de sus adversarios.
El Fraga ministro de Franco; el Fraga de tirantes con los colores de la bandera española; el Fraga de "la calle es mía"; el Fraga que pidió, dejando perplejo a su partido, la administración única; el Fraga que se entrevistó con Fidel Castro o visitó la Libia de Gadafi; el Fraga que fue (solo a los primeros minutos y en la sala VIP) a un concierto de Bob Dylan o el Fraga lloroso invocando a Galicia y hablando mejor gallego que muchos de sus adversarios políticos de izquierdas son el mismo Fraga: avasallador.
Aglutinador de la derecha
Con sus mayorías absolutas en Galicia, este corredor de fondo que sufrió altibajos en la trayectoria de la derecha, a la que pilotó en la transición, consiguió en su tierra los mejores resultados de una fuerza política en España.
Antes había fracasado en su tentativa de llegar a la Moncloa, con su carga de ministro franquista encima y su perfil de derecha dura, pero también con lo que algunos consideraron el mérito de haber sabido aglutinar al conservadurismo en una época en que estaba atomizado y de haber civilizado a la extrema derecha.
Tras las elecciones que perdió, Fraga redujo su maratoniano nivel de actividad y se fue al Senado, donde en su última intervención en pleno pidió la palabra para apuntar a un senador nacionalista que no admitía lecciones de galleguismo.
Enfermo desde hace años, Manuel Fraga falleció recién cumplidos los 89, haciendo realidad una frase a él atribuida o bien leyenda urbana que circulaba en los corrillos de la prensa: "Soy como un ciclista: si me paro, me caigo".