Política -
10 años del 11-M
Víctimas del 11-M: Una herida que sigue abierta 10 años después
Una persona sigue hospitalizada en estado vegetativo y unas 200 siguen recibiendo asistencia psicológica una década después de los atentados.
Redacción
Cerca de 200 personas, entre heridos y familiares de muertos en los atentados del 11M en Madrid, continúan en tratamiento psicológico semanal diez años después de la masacre, algunos incluso no se han subido a un tren desde entonces o sufren aún ataques de pánico con el ruido de ambulancias.
En total, 191 fallecidos y cerca de 2.000 personas resultaron heridas en los atentados, el segundo mayor cometido en Europa, después del de Lockerbie (Escocia) en 1988, que provocó 270 muertos.
Una década después todavía una persona continúa hospitalizada en estado vegetativo. Se trata de Laura Vega, que entonces tenía 26 años y se dirigía a su trabajo cuando le alcanzó una de las explosiones en la madrileña estación de Atocha, según ha confirmado la Asociación 11M Afectados por el Terrorismo.
A día de hoy, casi 200 personas acuden semanalmente a recibir ayuda psicológica por depresión, ansiedad o pesadillas, algunos tras abandonar el tratamiento que recibieron en su día y otros después de ver que no han podido solos superar lo sucedido.
Incluso algunos han visto cómo sus síntomas aumentaban o reaparecían tras la tragedia del tren de Galicia el pasado verano, en la que fallecieron 79 personas y más de 150 heridos.
"Mucha gente víctima del 11-M cree que se ha vuelto loca, no entiende cómo después de diez años sigue teniendo pesadillas o reexperimentaciones de lo ocurrido", explica a EFE la psicóloga Natalia Moreno, por cuya consulta pasan todas las semanas muchos de estos pacientes.
"Todavía muchos tienen alucinaciones", indica la psicóloga que trata a heridos que aún no han sido capaces de ir a la estación de Atocha o continúan sufriendo ataques de ansiedad cuando escuchan una ambulancia.
"Hay a quien el atentado les ha generado una inseguridad enorme. Miran quién camina detrás de ellos, nunca están de espalda a la puerta en un bar. Creen que les puede volver a tocar algo trágico", afirma Moreno.
El sentimiento sin embargo que impera entre los familiares de fallecidos es otro. A muchos de ellos les invade la culpabilidad, el pensar "lo podía haber evitado" y, sobre todo, luchar contra la dificultad de aceptar que ese hijo, hermana o padre "no volvió a casa".
Para la psicóloga, estos pensamientos son muy frecuentes entre las víctimas de atentados, ya que a diferencia de una catástrofe natural como un tsunami o un terremoto, los afectados pueden llegar a encontrar una explicación sea religiosa o por azar del destino.
"En un atentado terrorista de la magnitud del 11-M nadie puede entender cómo alguien quiere matar a tanta gente", reitera Moreno, quien no obstante abre una puerta a la recuperación psicológica de estos pacientes.
Una recuperación que no pasa por olvidar lo que pasó, sino por interiorizar lo ocurrido e integrarlo.
Se trata, añade, de recordar con menos dolor e, incluso, de llegar a asumir que ese día cambió su vida pero que desde entonces también han tenido la oportunidad de vivir experiencias buenas.
En definitiva, de crear una narración "constructiva" de la tragedia, que "ese persona asuma que su vida ya no es la misma pero que esa diferencia les ha permitido valorar a la gente que quieren, a enfadarse menos, a dar menos importancia a determinadas cosas y a, por supuesto, tener más ganas de vivir".