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Análisis

Libia: unos amigos interesados

Los países que hoy debatirán en París sobre el futuro de Libia no son más que un grupo de países que quiere meter mano en el país árabe.

Jesús Torquemada
Jesús Torquemada
Jesús Torquemada

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Hoy se reúne en París el llamado Grupo de Amigos de Libia para decidir el futuro de ese país tras la caída definitiva del régimen de Gadafi.

Pero, en política internacional, la palabra “amigo” pocas veces significa amigo realmente. Más bien habría que llamarlo Grupo de Países con Intereses en Libia, o Grupo de Países que Quiere Meter Mano en Libia.

Y, además, ni siquiera son amigos entre sí. Rusia y China, por ejemplo, están enfrentados con el resto de los asistentes, porque han estado apoyando a Gadafi o, al menos, han estado poniendo trabas a los esfuerzos por derribar a Gadafi.

Su presencia en esta cumbre de París es, más que para ayudar a Libia, para vigilar que los demás no se lleven un pedazo demasiado grande de la tarta petrolera libia y les dejen a ellos fuera. Porque en eso consiste la cosa: en quién va a tener más influencia en el Gobierno que formen los rebeldes y en quién va a tener prioridad para comprar el petróleo libio.

Lógicamente, los organizadores de esta cita, Francia y Gran Bretaña, son los que esperan sacar más beneficios, junto a Italia y algún otro país europeo.

Han apoyado a los rebeldes desde el principio, les han proporcionado armas y dinero, les han ayudado a vencer mediante los bombardeos con cobertura de la OTAN, les han dado reconocimiento político, y ahora les quieren pasar la factura. Eso sí, a precio de amigo.

Hoy se reúne en París el llamado Grupo de Amigos de Libia para decidir el futuro de ese país tras la caída definitiva del régimen de Gadafi. Pero, en política internacional, la palabra “amigo” pocas veces significa amigo realmente. Más bien habría que llamarlo Grupo de Países con Intereses en Libia, o Grupo de Países que Quiere Meter Mano en Libia. Y, además, ni siquiera son amigos entre sí. Rusia y China, por ejemplo, están enfrentados con el resto de los asistentes, porque han estado apoyando a Gadafi o, al menos, han estado poniendo trabas a los esfuerzos por derribar a Gadafi. Su presencia en esta cumbre de París es, más que para ayudar a Libia, para vigilar que los demás no se lleven un pedazo demasiado grande de la tarta petrolera libia y les dejen a ellos fuera. Porque en eso consiste la cosa: en quién va a tener más influencia en el Gobierno que formen los rebeldes y en quién va a tener prioridad para comprar el petróleo libio. Lógicamente, los organizadores de esta cita, Francia y Gran Bretaña, son los que esperan sacar más beneficios, junto a Italia y algún otro país europeo. Han apoyado a los rebeldes desde el principio, les han proporcionado armas y dinero, les han ayudado a vencer mediante los bombardeos con cobertura de la OTAN, les han dado reconocimiento político, y ahora les quieren pasar la factura. Eso sí, a precio de amigo.

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