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Análisis
El laberinto belga
Bélgica es un Estado federal compuesto de tres Comunidades (francófona, flamenca y germanófona) y tres Regiones (valona, flamenca y bruselense), que se reparten las competencias.
Frederik Verbeke | eitb.com
Si para algunos Bélgica no es más que un "accidente histórico", que desde su creación en 1830 ha juntado en un mismo Estado distintas realidades socio-económicas e identidades culturales (germánica y románica), lo cierto es que Bélgica ha siempre conseguido encontrar soluciones pacíficas a los conflictos que surgen de esta diversidad, el compromiso necesario para mantener un equilibrio feliz.
El famoso "Compromiso a la Belga" ha llevado incluso a decir que "si Bélgica no existiera, Europa tendría que inventarla". Muchos analistas y políticos han recurrido y recurren aún al "modelo belga" para buscar soluciones a otros conflictos, como en el caso de Chipre o de los Balkanes, por citar sólo unos ejemplos.
Otros, sin embargo, ven en Bélgica un ejemplo a seguir para conseguir que una lengua inicialmente "minorizada" consiga convertirse en lengua oficial y equiparar sus derechos a los de la lengua dominante.
De hecho, la mayoría de los conflictos en Bélgica suelen estar íntimamente relacionados con las diferencias lingüísticas. El neerlandés tuvo que esperar hasta 1898 para equipararse legalmente con el francés. En el siglo XIX y en gran parte del siglo XX el francés fue la lengua dominante, la lengua de la elite dirigente, tanto en región valona como en la región flamenca, donde más del 90% hablaba sólo el neerlandés. Muchos años de lucha, en gran parte protagonizados por el Movimiento flamenco ("Vlaamse Beweging") fueron necesarios para conseguir que se cambiara esa situación y se respetara los derechos de los neerlandófonos. Una lucha lingüística, pero también económica y política.
En los años 60 el antagonismo entre francófonos y neerlandófonos se acentuó de forma radical y por razones económicas y se puso de manifiesto agria y acusadamente el carácter no-nacional de Bélgica. El centro de gravedad de la economía belga vino a asentarse en Flandes, que gozó de una mayor prosperidad económica.
Tanto los valones, que se sentían marginados, como los flamencos, que no se sentían muy animados a apoyar financieramente a Valonia, abogaron por una reforma profunda del Estado belga. Varias revisiones de la Constitución (en 1970, 1980, 1988 y 1993) pusieron punto final al estado nacional unitario belga para convertirlo en un Estado federal.
Bélgica es actualmente un Estado federal compuesto de tres Comunidades (francófona, flamenca y germanófona) y tres Regiones (valona, flamenca y bruselense), que se reparten las competencias. Cada cual dispone de órganos legislativos y ejecutivos propios. Esta ausencia de jerarquía y este reparto de competencias entre el Estado Federal, las Regiones y las Comunidades constituyen los fundamentos del federalismo belga.
Hay dos grandes comunidades lingüísticas, separadas por una frontera lingüística: los flamencos en el Norte de habla neerlandesa, y al sur los valones que hablan francés. Bruselas, compuesta por 19 municipios y enclave dentro de la Región flamenca, es bilingüe, aunque la mayoría de sus habitantes son francófonos. Al este de Bélgica se encuentra una tercera comunidad de habla alemán. Los neerlandófonos, los francófonos y los germanófonos forman las tres comunidades cada cual con su propia política lingüística y cultural.
Existen también algunos municipios con un régimen lingüístico especial destinados a proteger las minorías lingüísticas. Estos municipios, que lindan con otra región lingüística, son conocidos como "Municipios con facilidades", puesto que la ley autoriza el uso del otro idioma en las relaciones de los habitantes con la administración local.
Esos municipios tienen que ver con lo que se ha convertido últimamente en el órdago de la política belga: la famosa circunscripción electoral de "BHV" (Bruxelles-Hal-Vilvorde, o en neerlandés: Brussel-Halle-Vilvoorde). Esa circunscripción está formada por los 19 municipios de la región de Bruselas-Capital y por 35 municipios flamencos situados alrededor de la capital. Es la única circunscripción que está a caballo entre dos regiones. Si los 19 son bilingües, los 35 están en Flandes y son neerlandófonos.
No obstante, seis de ellos son "municipios con facilidades" y disfrutan de un estatuto especial, ofreciendo ciertas facilidades a sus habitantes francófonos. Esta circunscripción electoral ha sido objeto de críticas por parte de los partidos flamencos que consideran que atenta contra el unilingüismo de la región de Flandes, mientras que los partidos francófonos se oponen radicalmente contra cualquier escisión por intereses electorales.
En los municipios flamencos que no son bilingües el uso de la lengua francesa en la administración está prohibida. Los funcionarios (en los ayuntamientos, correos, educación, etc.) sólo pueden usar el neerlandés. La ley se aplica con más rigurosidad en los municipios más cercanos a la frontera lingüística, a menudo municipios donde una gran parte de la población es francófona.
Los flamencos están hartos de que los francófonos se resisten a aprender su idioma. Incluso el rey habla con mucha dificultad el neerlandés, a pesar de ser una de las lenguas oficiales del país. Los políticos flamencos saben todos expresarse en francés, sus homólogos francófonos, sin embargo, no se atreven con en el neerlandés.
En Flandes, el aprendizaje del francés es obligatorio, mientras que los alumnos valones pueden elegir entre el inglés y el neerlandés. A los flamencos les parece muy normal hablar en francés cuando están en Valonia, los valones sin embargo no suelen hacer ningún esfuerzo cuando están en Flandes. A pesar de todo, la mitad de los flamencos no apoyan la división de Bélgica, pero todos critican ese comportamiento de los francófonos en lo que ven una falta de respeto para su lengua.
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* Artículo escrito en 2011. Frederik Verbeke es investigador doctor en Literatura Comparada y Estudios de Traducción en UPV. Anteriormente fue periodista y editor del portal de eitb.com en francés.