Economía -

Análisis

La soledad de Papandreu

Papandreu quiere que la oposición también acepte con claridad el plan de ajuste y que el coste lo compartan el gobernante Partido Socialista y el derechista Nueva Democracia, en la oposición.

Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB
Jesús Torquemada, analista internacional. Foto: EITB

Jesús Torquemada

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Al final, lo que quiere el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, es no cargar él solo con el precio político de los recortes sociales en Grecia. Es lógico. Cuando el socialista Papandreu llegó al poder hace dos años, se encontró con que el Gobierno derechista anterior había falseado las cuentas. Le dijeron que le dejaban el país con un 4% de déficit público cuando en realidad era el 12%, y ese enorme déficit es lo que precipitó la crisis de la deuda griega. Así que ahora Papandreu quiere que la oposición también acepte con claridad el plan de ajuste y que el coste lo compartan el gobernante Partido Socialista y el derechista Nueva Democracia, en la oposición.

Por eso anunció Papandreu que convocaba un referéndum, para que sean todos los griegos los que asuman el precio y no le echen a él solo la culpa. Si la oposición acepta integrarse en un Gobierno de unidad nacional, Papandreu ya consigue repartir esa culpa y ya no necesita hacer el referéndum.

La situación es enrevesada, tanto para los partidos políticos griegos como para los ciudadanos de a pie. Después de que ya les han rebajado los sueldos y les han recortado ayudas sociales, ahora les piden más sacrificios. A cambio, obtienen algunas contrapartidas muy importantes. Por ejemplo, la mitad de la deuda pública griega es perdonada, y no ha sido nada fácil convencer a los bancos extranjeros de que pierdan de repente la mitad de lo que tenían metido en deuda griega.

Y también recibirán los griegos préstamos europeos a una tasa de interés razonable ahora que los mercados internacionales ya no le quieren prestar a Grecia a tasas inferiores al 25%, precio imposible de pagar. Así que los griegos tendrán que valorar si es más lo que ganan que lo que pierden, y es más probable que hagan una valoración serena con un Gobierno de concentración que con los partidos echándose los trastos a la cabeza.

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