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Internacional

Análisis

Los chinos protestan por protestar

Jesús Torquemada

El Gobierno chino ha montado su protesta habitual cada vez que algún Gobierno extranjero recibe al Dalai Lama. Lo único que consiguen es que el mundo se acuerde de un conflicto olvidado, el del Tíbet.

El Gobierno chino ha montado su protesta habitual cada vez que algún Gobierno extranjero recibe al Dalai Lama. Con lo cual, lo único que consiguen es que el mundo se acuerde de un conflicto olvidado, el del Tíbet.

En el caso de la reunión entre el Dalai Lama y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, los chinos se podían haber ahorrado la protesta, porque saben que es imposible que Obama se niegue a recibir al líder tibetano.

Ya dejó pasar la oportunidad de esa reunión el año pasado, precisamente para no enfadar a Pekín, pero ahora que Obama tiene el Premio Nobel de la Paz sería un escándalo que no recibiera a otro que tiene el mismo premio desde mucho antes que él (1989) y además sin que nadie criticase en su día la concesión del premio al Dalai Lama.

China y Estados Unidos están condenados a tener buenas relaciones, al menos durante unos cuantos años. En algunas situaciones, como la Cumbre del Clima del Copenhague, han demostrado que quieren ser un G-2, la pareja que marque al mundo el camino a seguir.

Ya llegará el día en que China desafiará la supremacía americana y querrá ser la primera potencia mundial, pero hoy por hoy se necesitan el uno al otro y sus economías son muy interdependientes. Mientras tanto, China enseña los dientes de vez en cuando, y las visitas del Dalai Lama a dignatarios extranjeros son una ocasión perfecta para ello.