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Jesús Torquemada

Análisis

Chipre: Cuando el euro aprieta demasiado

Jesús Torquemada

Jesús Torquemada

Chipre, al estar atenazado por el corsé del euro, no puede probar nuevos caminos para solucionar su crisis.

Cuando un país tiene moneda propia, la solución a una crisis como la de Chipre es evidente: los bancos se declaran en bancarrota, el Estado deja de pagar su deuda pública, y la moneda se devalúa en un porcentaje importante.

Eso produce un empobrecimiento brusco y general: la gente pierde los ahorros que el Estado no les puede devolver; el Estado no puede devolver mucho porque, como se ha declarado en suspensión de pagos, nadie en el extranjero quiere seguirle prestando.

El siguiente paso es utilizar la máquina de hacer dinero para poder pagar al menos los salarios de los ciudadanos del país. Al fabricar dinero alegremente, aumenta la inflación, y eso provoca otra devaluación de la moneda.

En resumen, el empobrecimiento inmediato puede ser de un 20 o un 30%, frente al 6 o el 10% que iban a sufrir los chipriotas si se hubiera aplicado el plan de rescate que ha rechazado su Parlamento.

Pero lo bueno que tiene una solución tan traumática es que se puede empezar de cero y probar nuevos caminos. Chipre, al estar atenazado por el corsé del euro, no puede hacer eso.

El ejemplo que más se suele citar de exploración de caminos diferentes es el de Islandia. El caso de Islandia, que tiene sus luces y sus sombras, no es tan negro o tan blanco como la gente cree, fue posible precisamente porque Islandia no estaba, ni está, en el euro y pudo aplicar las soluciones clásicas para la bancarrota de un país.