La crisis

El capítulo de la crisis económica y financiera que comenzó en 2008 aún no se ha cerrado, pero algunos de los efectos económicos, sociales y políticos son muy visibles y marcarán la agenda de las elecciones al Parlamento Europeo del 2014.

El enfado y el cansancio con Bruselas que ha provocado la crisis en muchos países se traducirá, según la mayoría de los analistas, en un ascenso de los partidos euroescépticos tanto de derecha como de izquierda  que abogan por quitar poder a las instituciones europeas. También se augura una participación tan baja como la anterior que ya marcó mínimos históricos del 43% o incluso menor.

La crisis ha dado más poder económico a Bruselas provocando la transferencia más rápida de poder económico de la historia de la Unión Europea. La Unión Bancaria que pretende cortar el cordón umbilical entre los bancos en problemas y el dinero público se ha completado parcialmente y es el mayor proyecto financiero desde la creación del euro en 1999.

La respuesta de Bruselas a la crisis también ha sido un factor clave en el derrumbe que ha sufrido el dato con el que el Eurobarómetro mide la confianza de los ciudadanos en las instituciones europeas. Antes de la crisis económica,  en el año 2007,  el 52% de los europeos tenía una imagen positiva de la Unión Europea. En 2014 la cifra ha bajado hasta el 31%.

La crisis ha acentuado la tradicional división económica y social entre el Norte y el Sur. El principal factor ha sido los niveles históricos de desempleo en la Unión Europea con el nacimiento de la Europa de los 26 millones de parados, con una cuarta parte de la población activa sin empleo en España y Grecia.

Al otro lado de la tabla están los niveles de desempleo del 4,5% en Austria o del 5% en Alemania.

La crisis también ha provocado más divisiones: la Europa de los rescatados y los rescatadores, de los que cumplen el déficit y de los que no, de los que gastaron más de lo que debían y de los que ahorraron demasiado, y de los que aceptaron medidas de recortes asfixiantes  y de los que las impusieron.

La Eurocámara que salga de las elecciones del 25 de mayo, tendrá que terminar la construcción de la Unión Bancaria. Aún queda por acordar la tercera pata de la Unión, el fondo común  que garantice los depósitos de los bancos.

Además, tendrá que dar respuesta a las numerosas voces que piden más medidas para hacer frente  a las consecuencias sociales de las políticas de ajuste y buscar una fórmula anti-crisis que se aleje de la forma en la que ha actuado la Troika.