Le cuento el caso y seré escueto: aparco bien el coche en la calle y me voy unos días de asueto. Y al volver ha desaparecido como si hubiese estacionado en un gueto. Y, ¿dónde está? He ahí el reto. No me lo había robado ninguna banda, se lo había llevado la policía a Aguirrelanda...
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