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PRIMER SECTOR
Arrantzales y Gobierno vasco, "un ejército coordinado" para proteger la costa de la marea negra del Prestige
20 años después del desastre, los presidentes de las cofradías vizcaína y guipuzcoana Iñaki Zabaleta y Eugenio Elduayen, y el mando de Lakua Iñaki Leibar rememoran el impecable dispositivo que permitió recoger el chapapote en alta mar y minimizar el impacto en el litoral vasco y francés.
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Impacto de la marea negra provocada por el Prestige | Fuente: EITB
28:05 min
"Fue un hito porque se consiguió lo que no se había conseguido nunca, que era sacar chapapote de la mar". Así resume el presidente de la Cofradía de Pescadores de Gipuzkoa, Eugenio Elduayen, la hazaña lograda por los arrantzales y el Gobierno vasco ante el hundimiento del Prestige y el impacto de la marea negra. "Nos volcamos y conseguimos salvar la costa de Euskadi y la francesa", recuerda el entonces presidente de las cofradías de Bizkaia Iñaki Zabaleta. Y eso que, al principio, reconocen ambos, no confiaban en que fuera posible. Pero el trabajo del inspector de Lakua Iñaki Leibar lo cambió todo. El Gobierno vasco se anticipó al desastre enviando a Leibar a Galicia a ver in situ la magnitud del problema. En los puertos y rías veía cómo se recogía el chapapote con las manos y con todo lo que se podía, pero que se quedaba pegado a las rocas y a la arena. "De ahí vino la idea de que se podía recoger el chapapote de la mar", rememora. Pero hacía falta diseñar útiles que lo permitieran. Y lo hizo. Diseñó unos alabardos de red metálica que dejaban descargar el fuel en cubetas sin que se quedara adherido.
Lo que los arrantzales vascos vieron el primer día frente la costa de Santander acabó por convencerlos de que "o lo hacemos o morimos", como relata Zabaleta. Una mancha que parecía "una isla" por sus dimensiones les hizo temer por el mar Cantábrico y por su medio de vida. Y "nos cambió el chip", admite Elduayen. "Trabajamos todo lo que pudimos y hasta más". A golpe de riñón, sin mascarillas que les protegiera de los gases que emana el fuel y en jornadas de 7 días a la semana, los arrantzales, bajo el mando único del Gobierno vasco, actuaron "como un ejército". "Era como si, en vez de una flota de pesca, fuéramos una flota militar. Había que ir donde había que ir y actuar como había que actuar", asegura Elduayen. Una flota, añade Zabaleta, que se dedicó a "la pesca olímpica del chapapote", capturando 21 mil toneladas del fuel emulsionado por el Prestige, lo que supuso el 76% de todo lo retirado en el Golfo de Bizkaia, y el 60% del que pudo recuperarse del mar.
No hubo, por tanto, pesca al uso. Con toda la flota de bajura volcada en la captura del chapapote, no hubo temporada. Protegidos y compensados por cada salida y cada kilo de fuel recogido, la flota se sostuvo y salvó el desastre económico. Y lo hizo sin ayuda del Gobierno de España. "Madrid a la mar no fue. A donde iba es a la prensa", denuncia aún hoy Leibar. "Querían minimizar el desastre, ya que fueron los culpables" con su decisión de dejar el Prestige en mar abierto. Y también, dice, "nos boicotearon al negarse a darnos las previsiones meteorológicas", indispensables para localizar las manchas de chapapote. "No colaboraron mucho. Y no sé por qué", lamenta. Coinciden los tres en denunciar también las decisiones operativas tomadas desde Madrid con el buque. "No entiendo todavía cómo leches remolcaron para fuera. Lo más lógico es llevarlo a puerto, cerrar con barreras flotantes y hacer la descarga", explica Liebar. "Fue la última decisión y fue la más decisión más errónea", apostilla Elduayen.