Entrevistas
SOCIEDAD
Hogares expropiados
En Euskal Herria no hemos hecho frente a las consecuencias de un volcán, pero no son pocas las familias que han tenido que dejar sus hogares ante el avance de las aguas de un pantano, la construcción de una nueva carretera o el paso de un tren. Obras o infraestructuras que resetearon vidas.
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Nanclares de Gamboa - Archivo del Territorio Histórico de Álava
19:39 min
El despertar de un volcán en la isla de La Palma hace más de dos meses nos deja, a día de hoy, un balance desolador: El magma de Cumbre Vieja ha cubierto más de mil hectáreas de superficie desde que inició su actividad el pasado 19 de septiembre. A su paso ha destruido 2.651 edificios y más de 7000 personas han tenido que dejar su vida atrás.
En Euskal Herria no hemos tenido que hacer frente a las consecuencias de un volcán, pero no son pocas las familias que han tenido que dejar sus hogares ante el avance de las aguas de un pantano, la construcción de una nueva carretera o el paso de un tren.
- En agosto de 1958 fue inaugurado oficialmente el embalse de Ullibarri-Ganboa. Pueblos como Mendizabal y Zuazo de Gamboa quedaron bajo las aguas, mientras que otros, como Azua, Larrinzar y Garaio se despoblaron al quedarse sin tierras. El escritor Josemari Vélez de Mendizabal, autor del libro 'Ullibarri-Gamboa', asegura que algunos de los vecinos cobraron una pequeña indemnización, pero la mayoría fueron engañados "por los propios intermediarios". "Ellos fueron los auténticos vencidos de esta historia", subraya.
- En marzo de este año era derribado en Martutene el Caserío Erbitegi. La aparición de grietas durante las obras del TAV culminaron con la "expropiación forzosa" y el "desalojo urgente" de las familias residentes en este edificio del siglo XV. La mayoría aceptaron la compensación de Adif, pero no fue el caso de Garikoitz Arrese-Igor. Él ha recurrido, incluso, al Tribunal de expropiación. Entrevistado en 'Distrito Euskadi' reconoce que es duro volver al que fue tu hogar y verlo convertido "en un montón de piedras".
- En 2013, las obras de excavación para el proyecto de recrecimiento de la presa de Yesa provocaron el desalojo parcial de las urbanizaciones El Mirador y Lasaitasuna, por problemas de estabilidad de la ladera. Dos años después, más de un centenar de propietarios fueron expropiados, entre ellos, Koldo Pastor. Aún recuerda el dolor que le provocó entregar las llaves de su hogar. A día de hoy, "incluso cuando voy al Pirineo a hacer alguna excursión, procuramos no pasar por la carretera antigua para no rememorar toda aquella historia. El paisaje que han dejado, es un paisaje desolado", apostilla.