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Análisis

Tira y afloja entre revolucionarios y militares en Egipto

Los Mubarak han tenido que cambiar su cómodo arresto domiciliario por la prisión, bajo las acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilegal y empleo de la violencia.

Jesús Torquemada

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La detención del expresidente egipcio, Hosni Mubarak, y sus hijos Gamal y Alaa, ha sido debida a la presión de la calle. Los militares que ocuparon el poder en febrero tras la destitución de Mubarak no tenían demasiadas ganas de juzgarle, porque al fin y al cabo es uno de los suyos y sirvieron fielmente a sus órdenes durante años y años.

Pero los manifestantes que hicieron la revolución siguen saliendo regularmente a la Plaza Tahrir de El Cairo para que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, dirigido por el mariscal Tantawi, no olvide sus demandas. Y entre esas demandas está que Mubarak sea procesado.

El pasado viernes, la manifestación se convirtió en violenta y los soldados reprimieron a los manifestantes por primera vez desde febrero. Sin embargo, los militares han acabado cediendo a la presión de la calle y los Mubarak han tenido que cambiar su cómodo arresto domiciliario por la prisión, bajo las acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilegal y empleo de la violencia contra los que protestaban durante su dictadura.

La transición egipcia sigue así adelante a trompicones.

En septiembre están previstas las elecciones parlamentarias, pero mientras tanto continúa el tira y afloja entre los revolucionarios, que quieren más cambios y más rápidamente, y los militares, que quieren una transición más reposada y controlada por ellos.

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