Aniztasuna
Matrimonio homosexual
El camino hacia el matrimonio igualitario
Mikel Domínguez | EITB Media
El matrimonio entre personas del mismo sexo es una realidad totalmente normalizada en Euskal Herria, pero no ha sido así siempre. Las parejas homosexuales pueden casarse en igualdad de condiciones desde 2005 en Hegoalde.
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Manifestación a favor del matrimonio homosexual en París, en 2013. Foto: EFE
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Hoy en día, en Euskal Herria, las parejas del mismo sexo pueden contraer matrimonio con la misma protección legal que las parejas heterosexuales. En Hegoalde, el matrimonio igualitario está reconocido desde 2005, y en Iparralde, es legal desde 2013. Esto significa que tanto una mujer y un hombre como dos mujeres y dos hombres pueden convertirse en un matrimonio con idénticos requisitos y consecuencias, y deja con iguales derechos a todo tipo de parejas en casos de viudedad y herencia, en cuanto a la residencia, al divorcio y a la adopción, entre otros casos.
Pero esta no es una realidad en todo el mundo. Solo en 31 estados tienen derecho a contraer matrimonio las parejas homosexuales, gracias a reformas legales o decisiones judiciales. La mayoría están en Europa, y el resto se reparten entre América y Oceanía, además de los casos aislados de Sudáfrica y Taiwán. En otros lugares del planeta se aceptan otro tipo de uniones civiles, mientras que en algunos países las parejas homosexuales tienen prohibido unirse.
Por tanto, unos 1200 millones de personas, poco más de un sexto de la población, pueden casarse con igualdad. Hace menos de un año, el pasado 9 de diciembre, Chile se convirtió en el último estado en reconocer a todas las parejas el derecho a contraer matrimonio. Las primeras afortunadas fueron tres parejas de hombres y una de mujeres en Ámsterdam. Antes, otros países permitían uniones civiles homosexuales, pero Países Bajos fue el primero en llamarlo matrimonio, en abril de 2001.
El matrimonio ha sido una de las reivindicaciones históricas del movimiento LGTBI, que busca la plena igualdad y el reconocimiento de los derechos de las personas discriminadas por su orientación o identidad sexuales. En 2001, por ejemplo, Gehitu y Hegoak, asociaciones de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, presentaron mociones en ayuntamientos para reclamar la legalización del matrimonio. Así se expresaba Iñigo Lamarca, quien posteriormente sería Ararteko, que apelaba al PP, entonces en el Gobierno de España, a respetar los derechos basándose en la Constitución.
Realidad absolutamente normalizada en Euskal Herria, su aprobación no estuvo exenta de dificultades. En su discurso de investidura como presidente del Gobierno de España, en 2004, José Luis Rodríguez Zapatero ya adelantó que cumpliría su palabra dada durante la campaña electoral. A pesar de la mayoría progresista en el Congreso de los Diputados, la reforma del Código Civil no tuvo el camino despejado, debido a la mayoría conservadora en el Senado. Aprobada en el Congreso, recibió el veto en el Senado, donde el Partido Popular conservaba mayoría, pero fue ratificada de nuevo en el Congreso, el 30 de junio de 2005, entre vítores de activistas LGTBI en la cámara.
Finalmente, en el apartado del Código Civil español referido a los matrimonios fue añadido lo siguiente: El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo o de diferente sexo. No era inconstitucional, a pesar de que el PP trató de que el Tribunal Constitucional sentenciara lo contrario.
Durante el debate parlamentario, el Grupo Popular llegó incluso a convocar a Aquilino Polaino para que hablara en el Senado. El psiquiatra no se quedó corto y calificó a la homosexualidad como una patología y hasta unió a esa orientación sexual con los abusos sexuales, ideas disparatadas totalmente superadas en la comunidad científica.
La oposición política del PP recogía una postura de los sectores más conservadores de la sociedad, unidos sobre todo a la Iglesia Católica. En la principal manifestación contra la reforma, convocada por el Foro Español de la Familia, figuraron el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, y varios líderes del PP. Llamaron a la objeción de conciencia de los católicos, algo que intentaron algunos jueces que se negaron a casar a parejas homosexuales. Sin embargo, el Tribunal Supremo sentó jurisprudencia en 2009: los jueces no podrían negarse por sus creencias religiosas, ya que están sujetos a la misma ley.
Buen reflejo del cambio social es que, en apenas una década, el PP, y con él parte de la sociedad española, pasó de perseguir en los tribunales al matrimonio homosexual a utilizar la ley y casarse o acudir a bodas de parejas del mismo sexo. Es el caso de la boda del exalcalde de la capital alavesa, Javier Maroto, con su actual marido, donde estuvo Mariano Rajoy, que años antes había liderado la posición contraria del PP.
Antes de 2005 se habían hecho en Euskal Herria bodas simbólicas, sin el valor legal del matrimonio, entre parejas del mismo sexo. Fueron actos de valentía de mujeres y hombres que acercaron el matrimonio igualitario un poco más a la realidad.
Tras la aprobación de la reforma en 2005, la primera fue en Vitoria-Gasteiz entre dos hombres. La entonces concejala Beatriz Artolazabal ofició el casamiento. Después, Begoña e Idoia, visiblemente nerviosas, protagonizaron la primera boda entre mujeres, en Errenteria (Gipuzkoa).
En Ipar Euskal Herria, las parejas del mismo sexo pueden casarse desde el 18 de mayo de 2013, cuando François Hollande, entonces presidente de Francia, promulgó la ley aprobada en la Asamblea Nacional y validada por el Consejo Constitucional. En el mismo texto se recoge expresamente la posibilidad de adoptar conjuntamente por parte de los matrimonios homosexuales.