Música
Entrevista en eitb.com
Benito Lertxundi: 'Si fuéramos un Estado, tendríamos mercado natural'
Bea Sever
El cantante de Orio prepara su próximo disco, pero nos ha confesado que no acepta su voz, lo que le retrasa el trabajo. También nos ha contado que no le gustan las cuadrillas y que es solitario.
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Benito Lertxundi
¿En qué estás trabajando ahora?
Tengo preparados todos los textos que aparecerán en el próximo disco y tengo dos canciones terminadas y en marcha, ya las estoy tocando en los conciertos. Ahora paso el tiempo haciendo pruebas, haciendo cambios en algunas músicas y terminando todas las canciones del nuevo disco.
¿Para cuándo ese nuevo disco?
Me gustaría tener el disco terminado para el año que viene, pero me gusta hacer un rodaje con las canciones, probarlas en los conciertos antes de grabarlas. Si llevo las canciones al estudio recién acabadas, no me suele gustar el resultado. Prefiero que las canciones adquieran el polvo del camino; sin darte cuenta, van cambiando, como si fueran encontrando su lugar. Lo que sucede es que, como las canciones se me mueven, eso me atrasa todo, pero yo estas cosas las suelo hacer con mucha tranquilidad.
¿Para escribir las canciones necesitas un ambiente en particular o te surgen sin más?
El tema es que tiene que pillarte en ello. Si no investigas esas vías no vas a descubrir que hay en ellas. Hay que estar ahí, la actitud es estar trabajando, estar en ello. Es cierto que muchas veces, cuando menos lo esperas, te surge un cabo y comienzas a tirar de él. Pero, ¿por qué sale ese cabo en ese momento y no en otro? Eso no lo sabemos. Al final, hay mil misterios en nuestro interior que no conocemos. Hay que estar ahí y hay que trabajar y yo trabajo cada día. En ocasiones no tengo nada en concreto en lo que trabajar, pero siempre pongo el equipo en marcha, me pongo frente al micro y, a veces, sin esperarlo te surge algo, te aferras a ello y empieza a concretarse y tirando de ello sale una canción.
¿No te surgió ninguna canción a raíz de la muerte de Mikel Laboa?
A veces un acontecimiento te golpea, pero no se transforma en canción. Yo creo que hay una especie de ritual en torno a hacer una canción de un hecho concreto, es un recurso fácil, pero muchas veces es muy difícil que de ahí salga una canción. Es difícil explicar por qué surge una canción, pero a veces te das cuenta de que de ahí puede salir algo, una exquisitez. Por ejemplo, a Oteiza nunca le he hecho una canción y con Oteiza yo estaba mucho y estaba muy a gusto con él, pero hacerle una canción a Oteiza es como hacer una canción a las pirámides de Egipto, está muy "domesticado". Sin embargo, yo le he compuesto una canción a una simple águila.
Olatz Zugasti, además de ser tu pareja, es música. ¿Le pides ayuda cuando compones?
Más de lo que me pide ella a mí. Ella hace las cosas a escondidas, a lo mejor por miedo a que le diga que algo no me gusta y eso le retrase el trabajo, y prefiere enseñármelo en el último momento o preguntarme una duda muy concreta. Yo a ella, sin embargo, le pregunto por cualquier tontería. A lo mejor por un simple párrafo de una canción.
En Euskal Herria eres de los cantantes más queridos, pero fuera de aquí, eres prácticamente desconocido.
Sociológicamente eso es muy natural. Para el que canta en inglés, el mundo es todo el mundo; para el que canta en euskera, el mundo es Euskal Herria, es el mundo vasco. En el mundo hay quienes son aceptados y reconocidos, y ahí siempre chocamos con la política, y nosotros, sin embargo, no somos nada en el mundo. Nuestro pueblo está tan asimilado políticamente, tan asimilado por los dominadores, que parece que aquí no se puede hablar de política. Dicen que el euskera está politizado, como si el euskera pudiera estar al margen de la política. Todas las lenguas son política y todas las culturas son política. Tienes que relacionarte políticamente con el mundo si quieres ser algo y nosotros, políticamente, estamos muy huérfanos. Si salimos de aquí, no tenemos mercado natural. Si fuéramos un Estado, sin embargo, tendríamos mercado natural. Ese Estado estaría aceptado, estaríamos en los mapas del mundo como estás los daneses o los luxemburgueses.
¿Cómo te tomas el que te llamen bardo?
Cantante, cantor, bardo... lo que quieras. Las personas damos a entender diferentes cosas según la actitud que tengamos ante la vida y los demás ven una cosa u otra. Algunos ven la figura del bardo, otros la del músico, otros la del cantante, otros al poeta... Una persona vino a Orio preguntando por mí, le preguntó a un jubilado a ver dónde vivía yo y el hombre le contestó: "Zein? Kantoria?" (¿Quién, el cantor?) Me hace gracia, kantoria. Y la figura del bardo, al fin y al cabo, se refiere a quien le ha llegado al corazón esa ética del mundo del canto. Es una denominación bonita.
¿Te relacionas con otros músicos y artistas?
A decir verdad, no. En los últimos años no tengo relaciones continuadas con otros cantantes. Si nos encontramos, estamos, pero yo no practico ese gremialismo. Yo vengo de ser muy amigos, tengo la experiencia del grupo Ez dok amairu y aquello acabó como acabó. No es sólo con los músicos; a mi las cuadrillas y esas cosas no me gustan. Nace una especie de ritualización muy mecánica y surge algo así como una carta de condiciones, y a mí los amigos me gustan incondicionales. Prefiero alternar, que no sea algo programado. En ese sentido, soy muy solitario. Por temporadas me junto con uno o con el otro, o si alguien ha dicho algo, le llamo, pero sin continuidad.
¿Cantas a diario?
Sí. A lo largo de la historia han existido, y siguen existiendo, cantantes que no aceptan su voz, y yo soy uno de ellos. Llevo muchos años practicando ejercicios, haciendo mil pruebas, con el diafragma, con lo otro, arriba, abajo... Pruebo las técnicas que existen, pero de forma autodidacta. Por eso, meto mucho la pata y a veces maltrato muchísimo la voz. Ayer estuve tres horas y media cantando, hice de todo. Eso es lo peor que se puede hacer para las cuerdas vocales, porque pueden salir pólipos por hacer muchas cosas distintas, por practicar técnicas diferentes. Pero yo estoy tan loco, tan obsesionado con mi no-aceptación... No puedo alejar de mí ese mal. Si no me siento a escribir canciones, en parte es por eso. Se ríen de mí, porque mucha gente admira mi voz y yo, sin embargo, no la acepto.
¿Tu hija ha heredado vuestra pasión por la música?
Tiene dotes para ello. De pequeña empezó con la flauta travesera y con el piano. Con la flauta, desde muy pequeña, tenía un sonido propio muy bonito, pero no tocaba mucho. Luego empezó con el piano y no lo practica mucho. Canta muy bien y tiene muy buen oído, tiene una afinación insultante. Pero a ella le llama el remo y lleva tres o cuatro años muy a gusto. Luego, cuando vuelve a casa no tiene tiempo o ganas de tocar el piano. Muchas veces ha estado a punto de dejarlo, pero he hablado con ella y lo ha retomado. Cuando le toca una partitura bonita, coge aire y parece que resurge. Lleva la música dentro. Yo le digo que el remo no lo podrá practicar siempre, pero que la música podría tenerla para siempre.
Te gusta Bob Dylan. ¿Entre los grupos o cantantes jóvenes hay alguno que te guste?
En cada época y generación siempre hay alguien de calidad. Menciono a Dylan por la perspectiva; es de nuestra generación y ha sido una referencia para nosotros. Con el paso del tiempo, no entendería la música de los últimos 40 años sin Dylan, por ejemplo. No es porque me guste especialmente, sino porque todo lo que ha hecho a lo largo de su vida ha sido un referente. Muchas de las cosas que se hacen ahora destacarán cuando hayan hecho su camino y comiencen a ser un referente. Yo escucho cosas de los músicos de ahora y también hay programas buenos; en ETB dan un programa de música muy bonito que hacen en esos estudios de Londres en los que grababan los Beatles (Live on Abbey Road, ETB3) y ahí se ve gente buena. La gente de hace cuatro décadas tiene mucho bagaje, hay un gran tesoro, han surgido grandes temas de todos los estilos, y los de hoy en día no se les pueden comparar hasta que pase un tiempo.
¿Alguna vez te jubilarás?
Todos nos jubilamos cuando se nos para el corazón. No entendería mi vida de ninguna otra manera. El que trabaja en una fábrica, entiendo muy bien que tiene que jubilarse, y que lo disfrute. Pero en esta profesión que nos ha tocado, ¿cómo me digo yo?: "No vas a volver a abrir la boca, no vas a volver a coger la guitarra, no vas a volver a componer, no vas a volver a dar conciertos". Yo dejaré de dar recitales cuando no sea capaz de hacerlo, pero mientras sea capaz, ¿para qué retirarme? ¿Para hacer qué?