Cerrar

Zinemaldia 2024

''Azken erromantikoak''

David Pérez Sañudo: "Lo que no se cuenta es más interesante que lo que se ve"

Natxo Velez | EITB Media

El cineasta nacido en Bilbao compite en la sección New Directors del Zinemaldia donostiarra con la película "Azken erromantikoak".

  • David Pérez Sañudo. Foto: Unai Mateo.

    David Pérez Sañudo. Foto: Unai Mateo.

David Pérez Sañudo está de regreso, cuatro años después, al mismo lugar en el que en 2020 ganara el premio Irizar del cine vasco y el de mejor guion vasco por su primer largometraje, Ane. De nuevo en el Zinemaldia y de nuevo en la sección New Directors, esta vez presenta la película en euskera Azken erromantikoak, basada en la novela Los últimos románticos de Txani Rodríguez y en la que Sañudo se resiste a romantizar demasiado a los románticos.

La película, en la que participa EITB, se apoya en el trabajo de la actriz Miren Gaztañaga, que interpreta con incuestionable entrega el personaje de Irune, atrapada entre un mundo que está desapareciendo y otro nuevo que aún no ha nacido. Irune se afana a su manera en curar las heridas que la vida ha abierto sobre ella, sean estas consecuencia de la incomunicación, la precariedad, la violencia o el duelo.  

Hemos hablado con Pérez Sañudo sobre "Azken erromantikoak" y los últimos Larománticos.   

Miren Gaztañaga aktorea eta David Perez Sañudo. Argazkia: Unai Mateo.

La actriz Miren Gaztañaga y David Perez Sañudo. Foto: Unai Mateo.

¿Cómo te gustaría vivir esta nueva experiencia en el Zinemaldia?

Participar en el Zinemaldia de San Sebastián es especial, es el mejor lugar para una película en euskera.

A pesar de que la presentamos en New Directors, estamos muy satisfechos con la película, hemos dado un paso adelanto y espero que tenga un buen recibimiento.

Me gustaría que se apreciara sobre todo el trabajo de Miren.

¿Cómo se fraguó la idea de llevar al cine la novela Los últimos románticos de Txani Rodríguez?

Me lo propusieron las productoras La Claqueta e Irusoin. Ya había leído la novela, y me gustó mucho.

Resultó fácil tomar la decisión.

¿Qué elementos de la novela tenía que estar obligatoriamente en la película y cuáles se han tenido que quedar fuera por el cambio de formato o por alguna otra razón?

Adaptar la novela ha sido un trabajo muy complicado. Se mantiene la atmósfera, pero, al mismo tiempo, la novela está plagada de reflexiones y la gramática adudiovisual es diferente.

Por eso, hemos propuesto algunas modificaciones, mientras que otras se han quedado fuera. De todas maneras, la película mantiene la esencia, la mezcla de géneros y el extraño y particular estilo de la novela.

Miren Gaztañaga 'Azken erromantikoak'en. Argazkia: David Herranz.

Miren Gaztañaga en 'Azken erromantikoak'. Foto: David Herranz.

La película gira, sin duda, en torno a Miren Gaztañaga. ¿Por qué escogiste a Gaztañaga y cómo habéis trabajado el personaje de Irune Zubizarreta?

El proceso de casting resultó muy dura y complejo. Miren hizo un muy buen casting, y esa fue la razón para escogerla. No cabe duda de que es el elemento más importante de toda la película.

Soporta una gran exposición, tanto psicológica como física. No quiero repetir ningún tópico, pero su trabajo es ciertamente increíble: fresco, diferentes. El público va a recibir un fuerte impacto por su capacidad, su físico y su experiencia en el mundo del teatro.

El personaje de Irune escucha mucho más que habla, y eso no resulta fácil para los actores y las actrices. ¿Qué trabajo existe detrás de eso?

Ser actor o actriz no se basa en lanzar tu texto, al menos no solo en eso. El mundo de Irune está marcado por la escucha, al igual que la atmósfera de la película.   

Pero, por otro lado, Irune también protagoniza potentes monólogos. La cosa es que habla con algunos personajes, y con otros personajes no lo hace.

Detrás de la película siempre aparece la dificultad para comunicarse, es una de las líneas de la película. ¿Qué supone para un cineasta el reto de representar aquello que no está? ¿Cómo se muestra aquello que no está?

Me parece una pregunta muy interesante. Para mí, lo que no se cuenta es más interesante que lo que se ve. La película empieza con un ritmo moroso, reta al espectador y la espectadora, pero poco a poco ese ritmo va creciendo, el tercer acto se vuelve más dinámico y la película se abre.

Los símbolos y los gestos son los protagonistas. En los últimos años, existen unos códigos cinematográficos (códigos de festivales) recurrentes: la difusa frontera entre ficción y realidad, películas sin música, el estilo de los Dadrenne… Es muy interesante, pero muchas películas proponen la misma estética.

Nosotros hemos tratado de seguir a nuestra propia gramática. No sé si el resultado es bueno o no, pero ahí queda nuestro intento.

Miren Gaztañaga 'Azken erromantikoak'en

Miren Gaztañaga en 'Azken erromantikoak'

La película abre vías a la reflexión en torno a diferentes temas: los cuidados, los estragos del capitalismo salvaje, la solidaridad, los malos tratos, la empatía, la precariedad, el choque entre un mundo que termina y otro que no acaba de llegar… ¿Cuál dirías que es el eje en el que se apoyan todos estos temas?

Diría que el tempo de la película está marcado por el concepto de "romántico". En este caso, ese concepto hace referencia a algo idealizado, un proceso parecido al de cuando, en los primeros pasos de una relación amorosa, los rasgos de las personas quedan distorsionados.  

En Euskal Herria, como en cualquier sitio, encontramos ideas románticas en todos lados. Por ejemplo, tenemos mitificado el pasado de Ezkerraldea, en Bizkaia: en las décadas de los 70 y los 80 existía un movimiento social muy dinámico y activo, con una gran capacidad de movilización en los trabajadores y trabajadoras, y, a su vez, una cierta imagen de bonanza económica en un entorno metalizado.  

Existen sitios, como el Llodio de la novela, en los que la industria no es ya lo que fuera en otros tiempos, y esa idea del pueblo no volverá nunca. La película refuerza esa atmósfera romántica: un lugar sin presente, con un pasado que ya se ha ido y un futuro no muy probable.

Creo que el cine vasco alaba demasiado los rasgos positivos y memorables de la historia, la gente y el territorio locales, pero para mí el cine es un acto político, y, como en cualquier otro territorio, hay aspectos por mejorar.  

Mi compromiso siempre está en las cosas que me llaman la atención, y en eso es en lo que me empeño, en no seguir las tendencias y no buscar aquello que pueda tener una recepción positiva.

Sin embargo, la película muestra que, tras los silencios, la débil comunidad y el individualismo forzoso, existen algunos románticos mientras el mundo arde. ¿Quiénes son, aquí y ahora, esos románticos?

Los románticos son quienes quedan fuera de las normas. Un romántico es el último que queda cuando algo está desapareciendo.

Pero cuidado con el concepto, ya que el romántico no toma necesariamente la mejor opción. Ahí está el peligro: las connotaciones del acto de resistir se mezclan con el aspecto distorsionado y hasta cursi del concepto romántico.

A fin de cuentas, el concepto de "últimos románticos" es tanto un homenaje como una crítica.

¿Tienes algún nuevo proyecto entre manos del que nos puedas adelantar algo?

Se trata de un año muy difícil para encontrar hueco en los cines, pero, desde mi punto de vista, nuestra película es especial, profunda y compleja.

Me gustaría crear interés en el público, pero no solo este año. Presentamos la película también a los espectadores y las espectadoras de dentro de dos, cinco o diez años.