Tras el accidente, rápidamente empezaron a adaptarse a la situación, aunque las condiciones no eran nada fáciles: falta de comida, frío extremo… Pero de todo, Eduardo Strauch Urioste recuerda que lo que más le hizo sufrir fue la sed; "muchas veces sentíamos ganas de morirnos, porque era la solución más fácil", cuenta.
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